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Hombres G y Enanitos Verdes rompieron la “muralla” para “pasarla bien” en Ecuador

David Summers (izquierda) canta junto a Marciano Cantero (derecha).
David Summers (izquierda) canta junto a Marciano Cantero (derecha).
Cortesía
27 de noviembre de 2017 - 20:28

No todas las noches se tiene la oportunidad de observar en el mismo escenario a Marciano Cantero, vocalista de la banda argentina Enanitos Verdes, interpretar Un par de palabras, balada clásica de Hombres G, de España. Y a los pocos minutos ver a David Summers, bajista del grupo hispano, cantar Mariposas, tema de la agrupación gaucha. Era como ver la transformación de un “Marciano Summers”, y un “David Cantero” por algún rato. El público, que no salía de su asombro de esa sorpresa, dudaba entre fotografiarlos con sus celulares, o simplemente disfrutar del concierto. Al final, hicieron ambas cosas.

Eso fue una parte de lo que el público vivió durante el concierto de Hombres G y Enanitos Verdes, dos de la bandas más populares del rock hispano de los 80 y 90,  cuando juntaron a sus miles de sus fans en sus shows en Guayaquil y Quito con su gira internacional titulada Huevos Revueltos, el pasado fin de semana.

El experimento musical dio muy buen resultado, pues la fusión melódica de los españoles y argentinos puso a cantar y bailar a la audiencia que “creció con su música”. El show, hizo alusión a su nombre, pues los músicos de ambas agrupaciones estaban totalmente “revueltos” en el escenario. Casi como si se hubieran convertido en Hombres Verdes, o Los Enanitos G. De ese modo, intercambieron algunos de sus temas, y otros las cantaron ambos.

Como en Voy a pasármelo bien, original de Hombres G, y que Summers cantó a dúo con Cantero al inicio. Aquel “abreboca del recuerdo” fue una introducción de lo que iba a ocurrir, y la temática que marcó el show.

Lo que siguió fue una megafiesta de trayectoria, y como una especie de homenaje mutuo en las 30 canciones y más de dos horas de un recital único, el cual fue ‘encendido’ por la banda ecuatoriana Verde 70, que también fue ovacionada por sus seguidores.

Uno de los momentos más emotivos fue cuando se escucharon los acordes introductorios de Marta tiene un marcapasos. Ese fue el detonante para que todo el público se ponga a cantar a capela, en el Coliseo Rumiñahui de Quito. Hombres G enmudeció, dando paso al coro improvisado, mientras una pantalla proyectaba la letra de la canción. No fue necesario, el público se la sabía toda.

Luego Summers, los acompañó con su clásica voz nasal: “Siento un golpe, en el pecho, yo solo quería besarte /Ha salido el marca pasos, entre vísceras y sangre/Mírale que ojitos tiene, es idéntico a su padre/Es idéntico a su padre…”.

El mismo gesto tuvieron los asistentes con La Muralla Verde, de Enanitos Verdes cantando:  “Estoy parado sobre la muralla que divide/todo lo que fue y lo que será/estoy mirando como aquellas viejas ilusiones/pasando la muralla se hacen realidad”. Casualmente la letra de esa canción tenía un sentido metafórico de lo que estaba ocurriendo en el sitio, pues había más de una generación unida.

Fue el caso de Carolina y Patricia en Quito, quienes no dejaron de moverse y cantar en toda la noche. Mientras Carolina hacía como que tomaba un micrófono, Patricia movía su cabeza al ritmo de las melodías que traspasaron una barrera del tiempo. Y en un sentido literal. Patricia es madre de Carolina, de apenas 29 años. Pero juntas eran dos amigas más, casi adolescentes disfrutando del show. “Heredé el gusto musical de mi mamá”, comentó Carolina.  

En cambio, en Guayaquil,  Laura  Vacas y Ana Argoti,  madre e hija, también asistieron al concierto. Ana, de 22 años, se declaró fan de Enanitos Verdes y Verde 70.  Y Laura siempre escuchó  a Hombres G desde su adolescencia.  "Mi hija me puso al día en algunas canciones de Enanitos, se las sabía todas". 

Y así, ambas bandas amagaron con un primer adiós. La gente no lo creyó. Pues no podía faltar Venecia, con la introducción de Javi Molina, baterista de Hombres G, que con su voz de tenor envió a los asistentes de regreso a 1987, año de su primera vez en Ecuador. “Esta es la parte que más me gusta”, dijo Molina antes de tararear potente: “Yo sono il capone della mafia...”.

Aquello desató una locura que invadió a la gente que continuó bailando por más tiempo, para concluir con Devuélveme a mi chica, con su coro:  "Sufre Mamón......", que luego de 30 años se ha vuelto un himno del despecho adolescente.  En esa canción, invitaron a  Darío Castro, cantante de Verde 70, gesto que hizo honor a una bandera de España, Argentina y Ecuador que se colocó en el escenario.

El final llegó al ritmo de Lamento Boliviano (Enanitos Verdes), mientras la gente no dejaba de corear: “Y yo estoy aquí/ borracho y loco, y mi corazón idiota siempre brillará....”.  Todos los músicos se abrazaron y agradecieron al Ecuador.   La gente salió satisfecha, luego  de más de dos horas  de haber cruzado una “muralla” del tiempo y de haberse dicho a sí mismos “voy a pasármelo bien”. (I) et

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