‘Gloria, mas no reposo’ El canto a Bolívar de Olmedo, reivindicado
La victoria de Junín o Canto a Bolívar de José Joaquín de Olmedo (1780-1847) es una coedición de la Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador, con Ediciones Doce Calles de España y Corporación Editora Nacional. Se trata de la primera edición hecha en España del poeta decimonónico más importante de Ecuador.
El canto fue publicado originalmente en Guayaquil, en 1825, con algunas erratas. Al año siguiente se publicó en Londres la segunda edición, supervisada por el mismo poeta que era parte de una misión diplomática en esa ciudad (nombrado precisamente por su gran fuente de inspiración, Simón Bolívar). La edición británica es considerada la versión definitiva, aunque ya dijo Paul Valery que un poema nunca está acabado, sino abandonado.
Después de la edición británica, el texto logró imprimirse en otros países europeos como Francia y en algunos países latinoamericanos. Sin embargo, nunca antes había sido publicado en España y este es el gran logro de esta publicación que rescata un poema que nunca fue dejado de citar, pero que siempre fue omitido del canon ibérico, quizá porque el gran tema del canto es una derrota militar española.
Se rescata un poema que nunca fue dejado de citar, pero que siempre fue omitido del canon ibérico.La edición de la Universidad Andina es parte de una iniciativa dentro de la celebración del segundo centenario de la Constitución de Cádiz (1812-2012), ciudad en cuya corte Olmedo fungió como diputado y secretario. En la portada del libro se aprecia el trabajo de la artista plástica Carmen Cadena que realizó un mural con la técnica de alto relieve, con arcilla y papel. Esta obra se encuentra a la entrada de un nuevo edificio del campus de la Universidad Andina, en su sede de Quito, que lleva precisamente el nombre del poeta del puerto.
La edición de La victoria de Junín o Canto a Bolívar comienza con El espejo y la patria, prólogo del escritor peruano Fernando Iwasaki que parte su reflexión de El espejo y la máscara, un cuento de Borges cuya trama ocurre después de una batalla. El Alto Rey de Irlanda (que no es Bolívar, aclara el prologuista) le propone al poeta de la corte (que no es Olmedo aunque haya estado en las cortes de Cádiz) que escriba una oda perennizando la victoria irlandesa sobre los noruegos.
El rey acepta la obra (entregada después de un año), premia al poeta por su esfuerzo, pero no está del todo satisfecho y le pide una segunda oda que el poeta le presenta al año siguiente. Nuevamente el monarca alaba y premia al rapsoda por su trabajo pero dice que todavía aguarda una oda mejor: “De tu primera loa pude afirmar que era un feliz resumen de cuanto se ha cantado en Irlanda. Esta supera todo lo anterior y también lo aniquila. Suspende, maravilla y deslumbra”.
En esta última cita sí es necesario un parangón con el poema olmedino. Pese al paso de las décadas sigue maravillando y deslumbrando aunque el silencio se haya cernido sobre él en casi todas las bibliografías sobre poesía decimonónica. Aunque era uno de los secretos mejor guardados de la poesía épica en lengua española, Iwasaki nos recuerda que Andrés Bello y Marcelino Menéndez y Pelayo (autoridades filológicas de sus respectivas épocas) solo tuvieron opiniones laudatorias sobre el canto.
El gran aporte del escritor peruano es haber hallado una fuente importante de Olmedo que es Manuel José Quintana (1772-1857). El contrapunto es fundamental para entender cómo el bardo guayaquileño se nutrió de las odas marciales del poeta español. El rastreo es tan riguroso que se comparan textos de Quintana con los de Olmedo. Iwasaki, inclusive, nos sorprende al haber dado con El romanticismo en la poesía castellana, tesis de bachillerato del poeta César Vallejo en la que abundan líneas encomiables sobre el poeta guayaquileño.
Raúl Vallejo Corral, responsable de esta edición, nos ofrece Olmedo, cantautor de la independencia, un largo estudio introductorio en el que analiza la correspondencia entre el bardo y el libertador (incluida en esta edición), hace un seguimiento del proceso de creación poética en el que Olmedo hizo participar a Bolívar, estudia los elementos líricos de la épica olmedina, todo esto para sostener que La victoria de Junín es la piedra angular de la épica americana y que Olmedo como cantautor de la independencia contribuyó a la mitificación de una figura política. El aporte de Vallejo Corral no acaba ahí. Como corolario nos ofrece una cronología de José Joaquín de Olmedo. Lo que pudo haber sido un amontonamiento de hechos, nombres y publicaciones se convierte en un catálogo cronológico razonado de una vida y una obra trascendentales.
“Gloria, mas no reposo”, dice uno de los versos del fragor de la batalla de Junín. No hay que dejar descansar a la figura de José Joaquín de Olmedo. Hay que levantarla y ponerla a la vista de todos. Este rescate editorial es el primer paso para hacerlo.