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Ecuador, 23 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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‘Germania’: un filme sobre el desarraigo y la religiosidad rural

Este fin de semana, el joven cineasta argentino Maximiliano Schonfeld se llevó a casa dos estatuillas Mauricio Litman, que es como se llaman los premios que se otorgan en cada edición del Festival de Cine de Punta del Este, Uruguay, donde compitió con la ecuatoriana ‘En el nombre de la hija’, de la cineasta cuencana Tania Hermida, que tuvo el Premio del Público.

Schonfeld lo logró en las categorías de Mejor Director y de Mejor Película, con ‘Germania’, rodada en diciembre de 2011, y estrenada el año, apenas con tiempo para presentarla el pasado abril en la última edición del Festival Internacional de Cine de Buenos Aires (Bafici) 2012, donde tuvo otros dos galardones: El premio Feisal, de la Federación de Escuelas de la Imagen y el Sonido de América Latina (Feisal) para las películas “que mejor representen los principios de la producción”.

El otro reconocimiento que se llevó ‘Germania’ en el Bafici, (Premio especial del jurado), fue el mismo que obtuvo en septiembre durante la novena edición del Fresh Film Fest de Praga, República Checa. ‘Germania’ narra la salida de una familia de migrantes alemanes del pueblo en que viven, en la provincia argentina de Entre Ríos. Es su último día allí porque una sucesión de desgracias les ha caído encima.

Recientemente muerto el padre, su mujer e hijos empiezan a perder a las gallinas de la granja avícola que era su sustento. Antes de irse intentan vender la granja, pero nadie en el pueblo quiere comprarla, porque consideran que ha sido víctima de una especie de castigo divino, que se suma a la muerte del padre.

Y los temas que envuelven a la película afloran. Si bien la trama gira en torno a los conflictos internos que tienen los dos hijos adolescentes puestos a abandonar su hogar, Schonfeld habla aquí también de una religiosidad latente que mantiene lejos a los vecinos. “Hablo más que de religión, de religiosidad”, dice Schonfeld en una entrevista a la cineasta y crítica Julieta Bialik, para la página web argentina de análisis cinematográfico escribiendocine.com.

Y traza una línea sobre lo que significan las costumbres religiosas, dividiéndolos entre los adultos, que la viven como una especie de amenaza intangible. Siempre pendientes de estar dentro de lo que es visto como bueno o malo según el círculo que gira en torno a la religión, están lejos del sentir de los jóvenes en  la película, que asumen a las misas más bien como eventos sociales donde se encuentran con sus amigos.

Lucas y Brenda, los hijos, son interpretados por dos actores no profesionales  que mantienen sus nombres (Lucas Schell y Brenda Krutli) y que hablan en la película su lengua materna (el alemán).

Son dos jóvenes que se enfrentan a la separación, o -en cierta forma- al destierro de un lugar del que no son capaces de despegarse emocionalmente (SPOILER: Brenda incluso está embarazada).

Esa dificultad de dejar atrás el hogar, ese obstáculo arraigante, se manifiesta además en una discusión que mantienen los hermanos. En alemán, Brenda le grita a Lucas que es hora de dejar de comunicarse en ese dialecto alemán del Volga en que se comunican, y que ha llegado la hora de hablar en español.

Schonfeld destaca, también en la entrevista con Bilik, que el rodaje de Germania fue una experiencia de solidaridad. “El equipo técnico nos bancó mucho”, refiriéndose a la escasez de presupuesto que se prolongó hasta que recibieron el apoyo del Instituto Cinematográfico y de Audiovisuales de Argentina (INCAA), sin que eso detuviera el curso del rodaje.

Y ese ‘bancarse’ el trabajo del equipo técnico, pero involucrándose al mismo tiempo con la película, como ha enfatizado Schonfeld, ha tenido sus frutos. La labor en el sonido de ‘Germania’ (que “es un protagonista más en la película”, según Bialik), le ha merecido ese premio Feisal en el Bafici 2012.

Schonfeld dice que la intención con el sonido y la música (de los Jackson Souvenirs), era crear dos niveles de aproximación con la película, a partir de la separación del diegético y extradiegético.

Así, el primer nivel era un trabajo y distorsión sobre los ruidos del lugar y del ambiente, que dieran carácter y contexto a su gente; y el segundo, la música, cargada de guitarras y electrónica, pensada para crear en el espectador una aproximación desde afuera.

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