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El pianista y compositor estudió con nadia boulanger en francia

Gerardo Guevara, destinado a trabajar por la música nacional académica (Video)

Su padre era conserje en el Conservatorio Nacional de Música, donde luego fue becado por su director. Foto: Archivo / El Telégrafo
Su padre era conserje en el Conservatorio Nacional de Música, donde luego fue becado por su director. Foto: Archivo / El Telégrafo
30 de septiembre de 2014 - 00:00 - Redacción Cultura

Luis Gerardo Guevara toca el piano con su mano derecha, porque la izquierda quedó inmovilizada hace más de 20 años tras una parálisis parcial. Una sola mano le basta para oponerse a la universalidad de ritmos que se ponen de moda desde su hogar en Guayaquil, ciudad con la que tiene recurrentes recuerdos de sus primeros años de profesión. A sus 84 años sigue insistiendo en la composición de la música que considera propia.

Guevara trabaja en la fusión de ese “hecho artístico” desde los ritmos andinos y cantos indígenas que descubrió con su nacimiento en el Conservatorio Nacional de Música. Allí, se construyó su postura ante el mundo con el que se integró al proceso de academización de la música tradicional ecuatoriana andina.

Su casa está habitada por instrumentos musicales folclóricos andinos, los mismos que tenía hasta hace 2 años en Quito, antes de exiliarse en Guayaquil.

Frente al piano en el que toca están las partituras en bronce del Wawaki, una poesía quichua cantada en pareja durante las celebraciones a la luna con la que el maestro compuso un yumbo.

Para el músico, componer o descomponer, como irónicamente dice que hace, es un ejercicio de libertad. Su práctica inició con la curiosidad por los pianos, con la que se diferenció de sus 11 hermanos. Su curiosidad ascendió con una beca otorgada por el entonces director del conservatorio, Dr. Sixto María Durán, para estudiar oboe. Luego, el atractivo de la música subió de escala con las clases que recibió el maestro de los investigadores y compositores de música nacional de la época: Luis Humberto Salgado, Ángel Honorio Jiménez y José Ricardo Becerra.

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En 1963, su gusto musical se afinó en la ciudad de las artes con la compositora, directora de orquesta y pedagoga Nadia Boulanger, en la Escuela Normal Superior de París, donde inició sus estudios al ser el  primer músico becado por la Unesco para estudiar en Francia.

Después de terminar el año de su beca decidió seguir con las exigencias de la maestra. Para Guevara, su estancia en París es una de las etapas más importantes de su vida como músico, incentivada por la apertura de la ciudad europea con el arte.

Para sobrevivir, consiguió trabajos eventuales como acompañante de piano en el Moulin Rouge o su ingreso al Servicio de Investigación de la Radio y Televisión Francesa, dirigido por Pierre Schaeffer, creador y aproximador de Guevara a la música concreta. A pesar de todo lo que ofrecía París, Guevara regresó a Ecuador bajo la premisa de lo que podía hacer y lo que debía hacer.

Para su amigo, el barítono Galo Cárdenas  no hay  mejor noticia sobre el maestro que a sus 84 años siga componiendo.

Cárdenas fue en varias ocasiones la voz del ‘Hombre planetario’, una composición del maestro basada en el poema del guayaquileño Jorge Carrera Andrade y que tuvo su estreno en 1963, durante una audición en el palacio de la Unesco.

El nexo de Cárdenas con Guevara es parte de esa escena musical en la que poco se hacía desde la academia respecto a los ritmos populares. Cárdenas fue testigo de dos etapas que marcan la vida del maestro. La primera, es cuando llegó a Guayaquil a trabajar en la Orquesta de Blacio Jr., y la segunda, como testigo y acompañante de su transformación una vez que el maestro llegara de París para cumplir su objetivo: Hacer música ecuatoriana de avanzada.

Guevara no considera que ese ambiente parisino en el que se desenvolvió por 13 años lo haya cambiado, asegura que lo ilustró “porque el Gerardo Guevara que fue de Quito a París regresó de París a Quito amando la música ecuatoriana por ser mi deseo de expresión”, confiesa.

Ese deseo, posiblemente fue alentado por Nadia Boulanger, quien como maestra se caracterizó por dirigir a sus alumnos para que continúen con la música que los diferenciaba por sus orígenes melódicos, lo hizo con los tangos de Astor Piazolla, lo repitió con los pasillos, danzantes, sanjuanitos, yumbos y albazos del maestro Gerardo Guevara.

Si fuera cuestión de definir su obra, el maestro lo haría como un músico académico nacionalista. Sus discípulos, músicos del medio y amigos reconocen su labor constructora de los primeros peldaños para redimensionar la música nacional.

El maestro Guevara vuelve a enfrentar momentos complicados. Hoy, los médicos deciden operarlo, de haber encontrado 3 pintas de sangre tipo B negativo. Esta vez, el piano no puede devolverle la fuerza que le dio.

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