Frank Morelli revive el personaje de Mozart, como hace 25 años
El maestro Frank Morelli había rondado el Ecuador, pero nunca aterrizó en él, hasta ahora. El martes, a las 15:00, sintió el aire del trópico. Llenó sus pulmones de una bocanada y lo botó todo poco a poco.
En el auditorio Lucho Silva, del Centro Ecuatoriano Norteamericano (CEN), se dedicó a enseñar cómo la respiración debe pensarse: como si se tratara de las manecillas de un reloj, en un ejercicio de resistencia, del cual depende cada nota y de ello la voz de los instrumentos de viento.
Morelli es fagotista. “Uno de los mejores instrumentistas de su generación en América”, según su expediente en las universidades de Yale y Julliard, donde es maestro. Fue el primer fagotista en obtener un doctorado en Julliard y, como el saxofonista ecuatoriano que nombra el auditorio en el que dio clases en el país, piensa en su instrumento como una forma de imitar la voz humana. Solo habla un poco de español, pero busca un sonido universal que se integre al virtuosismo de una orquesta sinfónica a modo de instrumento.
A Ecuador llegó invitado por el director titular de la Orquesta Sinfónica de Guayaquil (OSG), su amigo de muchos años, el maestro Dante Anzolini. Bajo su dirección interpretará hoy la misma pieza de Mozart que grabó hace 25 años en el prestigioso sello de música clásica Deutsche Grammophon Records.
Entonces lo hizo con la Orquesta de Cámara Orpheus y sin director. Sobre aquella grabación, la revista Fanfare señaló que “la interpretación planteaba un nivel muy alto para una serie de comodidades en un mundo cada vez más dedicado a la producción de música ordinaria”.
Horas antes de interpretar una de las pocas obras que existe para Fagot en el repertorio de la música clásica, Morelli dice que a pesar de que se trata de la misma obra que grabó con Grammophon, ahora él es distinto.
“Todos cambiamos. He pensado en esta pieza mientras la enseño en los conservatorios de Estados Unidos, con una constante interrogante sobre si voy a pensar, enseñar Mozart o redescubrirlo nuevamente. Y cada vez que regreso a este trabajo encuentro algo nuevo”.
Cree que con cada orquesta con la que ha interpretado esta obra se produce un nuevo descubrimiento, a través del cual aprecia cada vez más a Mozart como un conductor de orquesta, que vio en el fagot un personaje dentro de la obra. “Encontrar una manera de interpretar es como encontrar el tempo de lo que quieres decir. Entonces ahora que soy mayor, por no decir que soy viejo, me siento diferente, tengo algo distinto que decir. De joven me sentía más como un atleta y ahora me siento más como un poeta”, dice Morelli.
No sabe cómo va a sonar su interpretación esta noche, pues no solo depende de él, sino también de la orquesta y del lugar. A pesar de que su interpretación es un solo, no puede dejar de pensar que se construye a partir de un diálogo de grupo, donde la orquesta no está solo como el fondo del escenario.
Morelli tiene con el fagot una posición similar a la de un jazzista con su saxofón. A pesar de que lo que él hace es algo totalmente distinto al jazz, de que su lectura de la música depende de lo que lee, busca interpretar un sonido que imite la voz humana, que pueda ser popular y siempre fresco.
Le gusta pensar que el mundo está cambiando y que cada vez hay más tipos de música, de la electrónica a la clásica, a la que se puede acceder en internet. Piensa que el futuro está cada vez más abierto a los cambios en la música que él interpreta. “Les digo a mis estudiantes que ellos encontrarán el futuro. Yo los ayudaré, pero no lo haré y estoy entusiasmado pensando en lo que sigue”. (F)