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Günter Grass, Nobel de Literatura y conciencia moral de la Alemania de posguerra

Grass fue el escritor alemán de la segunda mitad del siglo XX más conocido en el extranjero. Foto: Archivo / AFP
Grass fue el escritor alemán de la segunda mitad del siglo XX más conocido en el extranjero. Foto: Archivo / AFP
13 de abril de 2015 - 10:31 - Agencia AFP

Günter Grass, Premio Nobel de Literatura en 1999 fallecido este lunes a los 87 años, encarnó la conciencia moral de la izquierda en la Alemania de posguerra empañada sin embargo cuando reveló que había pertenecido a una unidad de élite de Hitler.

El escritor, fumador de pipa y de espeso bigote, estuvo afiliado durante mucho tiempo al Partido Socialdemócrata (SPD) y marcó la escena literaria e intelectual de la República Federal Alemana (RFA).

El autor de El tambor de hojalata (1959) se expresaba con un lenguaje exuberante y preciso a la vez y pintó en sus fábulas una "alegría con tintes negros", según la academia sueca, con una obra humanista, crítica con las ideologías y preocupada por la conciencia del ciudadano de a pie.

Después de la guerra, "mi temperamento jovial se tiñó de un escepticismo insuperable. Éste resultó en una resistencia, a menudo en un gusto por el ataque, hacia toda ideología que pretenda fijar medidas absolutas", explicó el que fuera poeta, dramaturgo y diseñador y que en 1999 recibió en España el Premio Príncipe de Asturias.

El anticomunismo lo llevó a las SS

Su reputación quedó empañada en 2006 por las confesiones tardías, en su autobiografía "Pelando la cebolla", sobre su adhesión en 1944 a las Waffen-SS. Muchos se preguntaron entonces el por qué de este largo silencio de un alemán sabio y arrepentido que denunció tan duramente las renuncias ideológicas de su generación, atrayendo el odio de los demás.

Su enrolamiento a los 17 años, relató, fue el de un joven procedente de un entorno modesto que había pasado por las juventudes hitlerianas y que quería luchar contra el comunismo.

Grass deseaba entrar en los submarinos y, a falta de reclutamiento, acabó por pertenecer brevemente a una unidad, donde vivió la desbandada provocada por la guerra. Cuando estaba detenido conoció la existencia del Holocausto.

Nació en 1927 en Dantzig, que luego se convirtió en Gdansk, en la actual Polonia, la ciudad del famoso "corredor" que dio lugar a la invasión de este país en 1939 por parte de los nazis.

Grass era hijo de una madre de origen cachubo (minoría eslava de Prusia) y de un humilde comerciante alemán.

Tras la caída del régimen de Hitler asistió al declive de la Alemania y después al milagro de la reconstrucción en una República Federal anticomunista y materialista.

Tras formarse para ser escultor, se trasladó a París en los años 1950 y decidió emprender una carrera de escritor. Se comprometió con la causa de los escritores antifascistas del "Grupo 47" y del socialdemócrata Willy Brandt.

 Víctimas, perdedores y mentiras

                  
En la Alemania próspera de los años 1960, marcada por las protestas estudiantiles y por el "terrorismo rojo", Günter Grass se consideró un activista político pero en un sentido reformista.

Defendió la objeción de conciencia contra los euromisiles en Alemania y en enero de 1993 abandonó de forma abrupta el Partido Socialdemócrata (SPD) al que se había afiliado en 1982 y al que criticó por haber adoptado posiciones demasiado conservadoras a su juicio.

Esto no le impidió comprometerse en 1998 a favor del canciller del SPD Gerhard Schröder.

Cuando publicó en 1995 "Es cuento largo", en el que criticó la reunificación alemana, el diario sensacionalista Bild afirmó que "Grass no ama a su país".

Sin las intervenciones incómodas de Grass, Alemania sería diferente, incluso si él acababa "a veces por ponernos de los nervios", comentó una vez un famoso crítico alemán.

"Vengo de un país donde hemos quemado libros", se justificó Grass.

Cuando lo premió con el Nobel, la academia de Estocolmo consideró que la obra de Grass llevó a cabo "una amplia revisión de la Historia recordando lo que había sido negado y olvidado: las víctimas, los perdedores y las mentiras que la gente quiere olvidar porque creyeron en ellas un día". Incluso cuando en "A paso de cangrejo" (2002) habló del tabú de los sufrimientos de los refugiados alemanes capturados por el ejército rojo en los territorios del este. (I)

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