La docente e investigadora Mayra Estévez, Fabiano Kueva, codirector con ella del Centro Experimental Oído Salvaje, y el profesor-investigador de Flacso-Ecuador Mauro Cerbino aportan a dilucidar el “problema” de la música en Ecuador desde la generación de políticas públicas, pasando por la importancia de regular el espacio público, hasta la necesidad de reinventar la cadena de valor de la industria musical en un mundo virtual. Sus posturas aparecen en el suplemento cultural cartóNPiedra del 24 de junio.

Estévez, en el texto “Sobre Músicas”, detalla cómo la educación musical es, naturalmente, pilar fundamental de la formación de la música académica, aunque, según lo ratifica la teórica musical colombiana Ana María Ochoa Gautier, existe un par de mundos en movimiento que son lo popular y lo académico cuyos procesos de ensamblaje y mezcla en la música no fueron agotados.

Describe el Sistema de las Músicas del Ecuador, instituido por el Ministerio de Cultura en 2009 y que es el conjunto interconectado, con un total de 346.760 beneficiarios, de agrupaciones musicales académicas, de tradición oral y mixtas, de diferentes dimensiones y características, que interactúan para generar dinámicas individuales y colectivas en materia de creación, circulación, producción y puesta en valor de bienes culturales y artísticos.

En “Lo musical emergente” Kueva deja la reflexión de que el Ministerio de Cultura ha canalizado mediante sus sistemas de festivales, fondos concursables y auspicios un entramado cultural emergente y potentes debates, que ahora tienen el desafío de reconfigurar sus estrategias históricas, de asumir una incidencia amplia en lo público y de constituir, desde sus saberes y prácticas lo musical como herramienta social sensible y crítica.

En un extracto del artículo “¿Qué es el espacio público?”, Cerbino propone que la preocupación por la construcción de un espacio público deliberativo y de reconstrucción del lazo social, es una demanda sobre todo de los nuevos movimientos ciudadanos.

Adicionalmente, en el suplemento cultural, se explora cómo en Ecuador hay músicos de garaje eternos, que siempre han tenido en sus manos el mercadeo de la música y que -usando las redes sociales y las comunidades virtuales a manera de campo alternativo de difusión- estudian cómo el Internet se levanta como una alerta de que la cadena de valor de la música debe adaptarse a las exigencias de la virtualidad.