“Escribí el libro para que se hablara del tema”
Base Baltra Beta (Fondo Editorial, Ministerio de Cultura y Patrimonio) llegó a su segunda edición. La primera, lanzada en 2008, se agotó poco tiempo después de ser presentada. En primera instancia llenar esta ausencia de tomos fue la motivación de su autor, el músico Hugo Idrovo, para ubicar un nuevo tiraje; pero la segunda motivación, y quizá el corazón del proyecto de recuperación histórica, fue juntar pieza por pieza parte de una historia que poco se cuenta en los terrenos curriculares o extracurriculares: la ocupación de la Isla de Baltra, en Galápagos, por la fuerza naval estadounidense en el marco de la Segunda Guerra mundial.
Pero no solo eso. El trovador guayaquileño, que, así como cuenta en el libro, conoció las “Islas Encantadas” de la mano de su padre aviador, recabó hondo desde cuando nació como república Ecuador, y sus gobernantes de entonces ordenaron colonizar esos territorios, hasta cuando esta misma nación, en 1949, luego del terremoto que devastó Ambato y varios poblados más de la provincia de Tungurahua, incentivó a los damnificados del sismo para que ocuparan tierras de la región insular.
Así, grosso modo, con mayor detalle en el libro, se verá cómo, dentro del contexto de la puja limítrofe con Perú, el general José de Villamil, un participante en las luchas independentistas, que había conformado la Sociedad Colonizadora del Archipiélago de Galápagos, sugirió al mandatario Juan José Flores la anexión de las islas a Ecuador. Él dio el visto bueno y el 12 de febrero de 1832 la ínsula que llevaba el nombre King Charles Island, en los mapas de la época, pasó a llamarse Floreana.
Villamil, cuenta el libro, se arrogó el título de propiedad de Floreana con derecho de posesión para sus descendientes. Introdujo los primeros animales y los primeros árboles frutales. Iba a destinar el territorio a la producción agrícola. Luego renunciaría a sus propósitos sumido por las deudas. Y así, por las islas, pasaron muchos administradores. Incluso fue, en un tiempo, destino para los presos políticos y delincuentes comunes. También, sorpresivamente, se consintió la depredación de la tortugas galápagos.
La zona tuvo distintas suertes: La expedición de la comitiva investigadora del científico inglés Charles Darwin; su posible uso como forma de pago a los países acreedores de la deuda externa ecuatoriana; hasta cuando Estados Unidos, cerca de involucrase en la Segunda Guerra Mundial, intervino la isla asentando una base militar en Baltra.
El músico presentará su obra en Galápagos, en el Salón de la ciudad de Puerto Ayora, el próximo 25 de octubre, a las 19:00. Y aquí devela algunos detalles sobre la construcción del libro y de su periodo de investigación.
Galápagos cae en una suerte de olvido y abandono, al menos eso revela la primera parte del libro; luego las tierras insulares se prestan para el oportunismo político. ¿No son las Islas una metáfora de lo que ha ocurrido con el país, es decir, tenemos recursos que no conocemos y que quienes conocen -aunque no en todos los casos- sacan provecho particular de él?
La actividad humana sobre la Tierra ha estado marcada por sacar provecho de ella y explotar los recursos a su alcance: alimenticios, naturales, energéticos. La depredación y el oportunismo son instintivos en el ser humano y su nivel depende de la época, conocimiento, poder físico o económico. El Galápagos de hace dos siglos no fue una excepción, ante la indiferencia manifiesta por parte de otras naciones –que en su momento pudieron perfectamente apropiarse de las islas– surge en los inicios de nuestra era republicana un hombre, el general Villamil, que planteó su anexión al Ecuador, pero con el fin de consolidar, en principio y por sobre todo, sus intereses particulares. El devenir de los años se marca sin mayores variantes para las conveniencias, llámense estas conservacionismo, turismo, pesquería, urbanismo o política pura.
Base Baltra Beta hace una aproximación geopolítica de las Islas Galápagos. ¿La historia que allí se cuenta por qué debería convocarnos a los ecuatorianos?
Porque narra un lapso en la historia de Galápagos fugaz, pero decisivo para comprender su proceso colonizador y nuestra realidad actual como país. El antes y el después de la Segunda Guerra Mundial en las islas y en el planeta son dos caras de una misma moneda. A partir de la mitad del siglo pasado todo cambió para todos, nada actuó aisladamente.
La investigación del libro escarba datos en una maraña de información de la que da cuenta el mismo texto ¿Surge Base Baltra Beta debido a esa ausencia de encontrar una historia articulada y contrastada, por lo menos, en la educación regular y extracurricular?
Correcto. Escribí este libro ante la ausencia de una obra que tratase este tema y que esté a mi alcance; en 1999, cuando me propuse cumplir esta tarea, yo tenía 42 años de edad y ya había comprobado que no existía nada parecido por ninguna parte. Había abundancia de datos, aunque inconexos y desperdigados. Además, tenía que contextualizar la particular historia de unas islas habitadas desde apenas 180 años, pues tenemos tendencia a juzgar lo acontecido en el pasado según códigos del presente. A medida que iba escribiendo este libro, se me hizo vital establecer vínculos, comparaciones, conexiones, con los sucesos que en esos tiempos iban paralelamente ocurriendo, tanto en el Ecuador continental como en el mundo y convocarlos para crear un espectro lo suficientemente amplio en el que el lector tome sus propias conclusiones sobre lo que sucedió en Galápagos.
Usted estuvo vinculado a Galápagos desde niño cuando su padre lo llevó a conocer el lugar. ¿Aparte de su fascinación y los recuerdos de su padre, qué lo motivaron para escribir este libro? Más que todo para que se pensara en una segunda edición...
En cuanto a esta nueva edición, en primer lugar y lo que más puede satisfacer a cualquier autor, está la demanda del público lector y luego lo del FOL de Manta. Los ‘yanquis’ salieron de nuestro suelo en 2009 y la primera edición salió en 2008, por lo tanto, se me hizo imperativo conseguir cerrar el círculo.
Usted menciona la ocupación estadounidense de la base Baltra, pero también da a conocer Base Gamma, que fue Salinas. Pese a que la Segunda Guerra Mundial en sí no dejó huellas en el territorio nacional, ¿dicha ocupación no fue el inicio de un intervencionismo norteamericano que dura hasta nuestros días, no sólo en Ecuador, y que las víctimas, como dice en el libro, resultan ser quienes no tienen que ver con el conflicto?
Como se ha comprobado, la mayoría de víctimas causadas por las guerras siempre provienen de la población civil, ignorante, ajena y lejana a las decisiones que se toman en cuarteles y despachos presidenciales. Familias deshechas, millones de desplazados y refugiados, ciudades y campos arrasados por el fuego… En Ecuador aún quedan cicatrices en las almas de la población que padeció la Guerra del 41; si bien a estas alturas ya son casi indelebles, el dolor y resentimiento perduró por más de medio siglo. La Segunda Guerra Mundial obligó a todos los países del Hemisferio a firmar convenios de todo tipo para acatar los dictados de la Casa Blanca, so pretexto de la defensa continental, por eso fue que la Península de Santa Elena también cavó trincheras junto a Galápagos. Luego vino la Guerra Fría y la Revolución Cubana, que atestiguaron una etapa de sometimiento absoluto de las frágiles democracias latinoamericanas hacia el Tío Sam. Ecuador no ha sido impermeable a ese intervencionismo, plagado de macabras argucias y fórmulas que son de dominio público.
Usted entrevistó a mucha gente que aún vive -o vivía- y que experimentó la ocupación de las Islas Galápagos. ¿Ellos qué recuerdo guardan sobre aquellos hechos?
Ellos, los protagonistas, ya no están entre nosotros. El último testimonio lo tomé en 2002 y desde entonces fui despidiéndome poco a poco de ellos. Sean estadounidenses o ecuatorianos, ninguno guardaba recuerdos oprobiosos de aquellos tiempos que les tocó vivir. En medio de un conflicto mundial tan trágico, todos, sin excepción, siempre manifestaron sentirse agradecidos por no haber sido víctimas del horror que a un tiro de piedra se ensañaba con otros.
Base Baltra Beta es un ejercicio de recuperación histórica. Y la ausencia de que posterior a la ocupación se haya registrado y difundido oficialmente la historia es una seña de que no queremos mirar hacia atrás y por ello repetimos errores del pasado. ¿Usted cree que el mirar y entender el pasado va dándole forma a una nación?
Los que miramos constantemente hacia atrás, a fin de aprender lecciones que la historia ha escrito, somos pocos. Es algo muy particular, depende de la naturaleza de cada uno y como bien dices, es un ejercicio. Y como todo ejercicio depende de la constancia para apreciar sus resultados, me siento más que satisfecho y optimista por los hechos resultantes en los tiempos actuales con esta Revolución Ciudadana, que ha transformado a nuestra nación en muchos aspectos, entre ellos promoviendo la Cultura de Paz y la excelencia educativa. De allí es que vamos e iremos construyendo la nueva identidad ecuatoriana.
Usted es un cronista urbano desde su música. Ahora con Base Baltra Beta narra una facción de la historia del país. ¿Es el artista, particularmente un músico, un invocado para esta recuperación histórica?
¡Vaya!, aquí sí que has hecho detenerme a pensar… ¿Será esta pregunta un buen motivo para salir a buscar a otros colegas historiadores con afinidades musicales o artísticas? Estoy muy seguro de que habrá más de uno o una, entonces podríamos armar una reunión muy entretenida, donde el tema de la guerra no salga a colación. Lo cierto es que mi amor por la historia y la narrativa me viene desde muy niño, la música y la crónica vinieron casi a la par.
Lleva usted recuperando la historia de las Islas Galápagos desde 2003, incluso participó en el documental “The Rock, Galápagos en la Segunda Guerra Mundial”. ¿Ahora somos conscientes de lo que realmente tenemos en las Islas?
En realidad vengo trabajando en este tema desde 1997, el documental salió en 2003. Mi libro “Galápagos, Huellas en el Paraíso”, acerca del proceso colonizador, fue editado en 2005. Hablar de cuán capaces seamos de apreciar algo que para una gran mayoría aún está tan lejos, es muy relativo.
Pienso que muchísimo más importante es buscar la paz interior, que seamos conscientes de lo que realmente tenemos dentro. Encontrar esa paz verdadera, que no obedece a ninguna de las religiones que han promovido tantas guerras y tanta desolación sobre la Tierra.
Cuando tengamos la certeza de que la paz entre los hombres empieza en uno mismo, en nuestros corazones, entonces seremos seres verdaderamente conscientes y afortunados, primero por valorar este regalo que es el aliento de vida y segundo por lo que acaso tengamos en las islas.
DATOS
La presente edición aparte de la historia que se cuenta trae fotografías que registran diversos momentos en la historia de las Islas Galápagos, así como mapas dibujados, por ejemplo uno de 1839, hecho por una conocida expedición inglesa comandada por Robert Fitzroy a bordo del buque Beagle.
El texto también hace un empate cuando se habla del intervencionismo estadounidense, con la historia del asentamiento de la Base de Manta, en Manabí; así como el finiquito de aquel convenio internacional.
El autor entrevistó a muchos de los colonos que vivieron la intervención estadounidense de la isla de Baltra, o en las islas cercanas, así como a algunos exmarines y funcionarios de Estados Unidos que operaron allí en la Segunda Guerra Mundial.