Ernesto Carrión: “Voy a dejar que mi obra haga su vida lejos de mí”
Ernesto Carrión, uno de los poetas actuales más importantes de Guayaquil, dice que una vez que termine su libro “18 Scorpii”, habrá llegado a la culminación de su obra. Desde entonces, se dedicará exclusivamente a ser editor, en Fondo de Animal.
Sin embargo, pese a su retiro, piensa que éste es un buen momento para la poesía en Guayaquil. Según Carrión, “Cyborg democracia”, publicado por una editorial cartonera, es su libro más leído.
Da la sensación de que en Guayaquil existe más movimiento de poesía que de narrativa...
Es que acá ya no hay buenos narradores. En los últimos 4 años, proliferaron los poetas. Pero no sé si hablar de “movimientos”, son iniciativas culturales. La poesía ha despertado más interés en la gente joven. Hay cartoneras y recitales. En mi época lo que había eran clubes de lecturas de narradores; Eduardo Varas y Marcelo Báez hacían reuniones, había mesas de lectura en la UCSG. Los poetas eran poquísimos en ese entonces.
Y ahora, en cambio, ¿los narradores se hicieron cronistas?
La gente que quiere hacer literatura termina en el periodismo cultural y la crónica. Claro, hay que vivir y trabajar, ya sé, pero los engancha el periodismo y no la narración.
Antes mencionaste las cartoneras, que ahora han dejado de tener la fuerza que tuvieron en el inicio
Porque no se dieron cuenta del espíritu real de la cartonera, que es de índole comunitaria: el autor cede sus derechos para que los libros se vendan baratos. No es comercial, como lo asumieron. Hubo quienes pensaron que era para hacer farándula literaria. Dadaif lo hace bien, porque distribuye sus libros en otros circuitos, y hacen que te lleguen a ti, y no al revés, como si buscaras a García Márquez en una librería.
“Quise una obra de juventud, llena de osadía... la poesía no debe ser timorata, debe lastimar”.Sostienes que el Desembarco Poético tiene el espíritu de impulso a los jóvenes. ¿Qué otros colectivos de esta generación encuentras en Guayaquil?
Los de Camareta son chicos con iniciativa. También está Matavilela, un colectivo de narrativa. Es un buen momento para la literatura, sobre todo para la poesía. Las redes sociales cambiaron el panorama. El Desembarco tiene lecturas de poetas internacionales vía Skype... Es el comienzo de muchas cosas. Hay blogs de poesía, revistas virtuales, herramientas para que los poetas puedan expresarse. Aunque hay gente que solo busca la fama, que publiquen su foto y su nombre en una web.
Has dicho que estás llegando al final de tu obra, ¿por qué?
Quise una obra de juventud. Todos tienen una forma de crear, y hay poesía fabulosa de hombres de 50 años, pero hay una fuerza en la juventud llena de osadía... y creo que la poesía no debe ser aburrida, timorata, pacata ni conservadora: debe ser osada y lastimar.
¿Se te acaba la juventud?
No la voy a tener por siempre. El oficio del poeta es una fuerza y un poder que así como viene se tiene que ir. La diferencia entre un narrador y un poeta es que uno es un trabajador de la palabra, deja de escribir una noche y los personajes reposan. El poeta no puede, es atravesado por el lenguaje o por algo que no sabes qué es.
¿La inspiración?
Por no decir musa. Lo he vivido por 15 años. Si estoy solo y calmado en casa, intento escribir y no me sale nada. Pero en una madrugada de angustia... Mi último libro (60 páginas), lo escribí en 3 semanas.
Y luego, ¿te dedicarás de lleno a Fondo de Animal Editores?
Sí, pero también creo que me dedicaré al teatro o a la pintura, y voy a dejar que mi obra haga su vida, lejos de mí.