El trabajo de Félix Aráuz integra una serie de memorias
Félix Aráuz se jubiló de docente en el Colegio Fiscal de Bellas Artes. Aprendió a pintar de los maestros César Andrade Faini o Alfredo Palacio. Lleva 60 años en ello. Su trabajo se enfoca en dibujos de paisajes, niñas con flores y, según el cineasta quiteño David Grijalva, tiene también una parte oscura que es menos conocida.
A veces le prende fuego a la tela o la baña en alguna sustancia en búsqueda de una nueva textura. “La pintura es bastante complicada, hay que buscar elementos, en eso he estado los 60 años que he dedicado a la pintura, en eso sigo”.
Aráuz es uno de los personajes que retrata David Grijalva, quien hace diez años inició una serie de documentales que pretenden poner en escena la memoria de la plástica guayaquileña.
Durante un año trabajó con el maestro Enrique Tábara, en su residencia, en las afueras de Quevedo. Luego repitió el trabajo con el pintor Jorge Velarde y ahora tiene 17 autores en una lista por terminar.
Para Grijalva se trata de crear una “memoria plástica”. Piensa que su trabajo no se enfoca únicamente en hacer una especie de homenaje a la generación de los 60, sino crear una memoria.
“No ha habido una política cultural, además de eso hay fenómenos como el centralismo. La sede de la Casa de la Cultura tenía un presupuesto 20 veces superior al de Guayaquil. No ha habido equidad”.
Este autor ha intentado trabajar con personajes de la pintura local antes de su muerte. Lo intentó con Luis Miranda. Él estuvo de acuerdo, sin embargo, cuando le pidió coordinar con su hijo este preguntó “y cuánto hay para mi papá”, tres semanas después el maestro falleció.
Algo similar ocurrió con Jaime Villa, un pintor que por su estado de salud tuvo que enfrentar la amputación de sus manos. Sus hijos se negaron a la producción por considerar que “pueden copiar sus cuadros”.
Hoy presentará el filme de Aráuz en las instalaciones del complejo cultural Garza Roja, a las 10:00, en Nobol. (I)