Entrevista / CRISTIAN CORTEZ/ DRAMATURGO Y GUIONISTA DE TELEVISIÓN
“El público de todos lados quiere reírse en el teatro”
Cristian Cortez tiene su campo de acción en la televisión. Pero desde los 16 años tiene esa lucha “un poco terca del teatro”, como diría Arístides Vargas. Este mes se estrenaron 2 de sus obras:‘Cucarachas’ con la interpretación del grupo teatral Gestus y ‘¡Viva la española!’ con Kurombus. La primera es una tragicomedia con referencias kafkianas que en 2010 ganó el Concurso Nacional de Dramaturgia y Creación Contemporánea José Martínez Queirolo, de la Casa de la Cultura. La otra es una comedia familiar. Ambas abordan el tema de los migrantes y son parte de una trilogía del dramaturgo junto a Deportada del Paraíso, que constan en sus libros de Teatro I y II.
El migrante ecuatoriano es representado por Cortez desde la angustia, el despilfarro para aparentar el éxito ante los parientes y, a la vez, la exclusión del país en el que vive. A pesar de eso, hay un planteamiento cómico de Cortez. En ‘Cucarachas’, por ejemplo, estrenada en el V Festival de Teatro José Martínez Queirolo, hay momentos de conflicto y tensión que hacen reír.
¿Cómo abordar el tema de los migrantes sin caer en estereotipos?
No hay que temer los estereotipos siempre y cuando sean bien fundamentados. Caer en el estereotipo no es malo, a veces es real. Si uno ve a los nietos de migrantes, la forma como viven, se tratan, y se ilusionan como si se tratara de boricuas. Ellos muestran una masa, una realidad. Lo que sí se ha tratado es que las historias que se cuenten no sean solo comedia, sino que tengan trasfondo social y dramático.
‘Cucarachas’ es tal vez una de las obras más oscuras por tener de metáfora los insectos latinoamericanos que viven en la Gran Manzana. Hay gente que vive allá y progresa. Así como hay gente que vive allá en un submundo.
Se habla mucho de que el teatro no debe ser simplemente algo que nos lleva a distraernos, debe sacudirnos. Con ‘Cucarachas’ había gente que se reía, incluso, cuando no había gracia.
Es la tendencia de los teatristas actuales contemporáneos por negar el conflicto, el argumento, niegan todo, odian el melodrama, odian contar una historia. Yo no me podría poner tan radical porque uno debe pensar en el público también. A veces se hacen más concesiones con el público que otras. El público de todos lados, no solo de Ecuador, quiere reírse en el teatro. Entonces, cualquier cosa que haga el autor, así sea una tragedia buscará reírse.
Pero también puedes ir al otro extremo en el que tu propuesta no la entiende nadie, donde ni siquiera los mismos críticos la entienden, sino que hay que reflexionarla en una mesa redonda.
Entonces para quién haces el teatro...
¿Y la formación del público dónde queda con las concesiones?
Cómo formas un público si lo ahuyentas, con una obra difícil la gente empieza a irse. Hay que tener un término medio, ciertas concesiones con el público, porque es como que le das carne pero también hueso. No puedes pretender que todo sea experimental y que nadie entienda el argumento. Si haces un texto completamente discontinuo, el público común no lo asimilará. El señor que solo terminó la primaria también debe entenderlo, sin que esto sea chabacano, sin reforzar el odio a minorías ni que sea necesariamente fácil.
¿Cómo ha cambiado su planteamiento del teatro desde que escribe comedias televisivas con alto rating?
Uno tiene el AM y el FM y no es que uno sea Norman Bates y tenga 10 mil personalidades. Tienes que adaptarte a los distintos formatos que harás. En el caso de los guionistas debes adaptarte a las necesidades estéticas de un medio de comunicación. Estás en un canal y te piden un programa con ciertas características. Ese es tu FM, tu parte light. Pero también están los proyectos personales, con aspiraciones profesionales, estéticas, artísticas y tienes que ver cómo poder alimentar esa parte de tu creación. Es ahí donde yo pienso algo más profundo y analítico. Una obra de teatro se puede escribir en un año y un guión de televisión en 2 o 3 días.
¿Siempre está pensando en estas 2 ramas?
Lamentablemente el teatro no da para vivir. En ninguna obra gano un centavo. La televisión sí te permite ganar y aspirar a tener cierta estabilidad. Con el teatro es imposible.
En el caso de la española, una buena parte de los actores sale de la televisión y se puede pensar que no va a funcionar para hacer teatro…
Creo que el actor verdadero se forma en el teatro; quien se formó en televisión empezó de reina de belleza, de bailarina y se hizo actriz de televisión, es muy difícil que se pare en un escenario y te declame un Shakespeare o un Lorca. La televisión es rápida y los actores se van haciendo a la marcha. Lo que sí se necesita es una buena formación, no puedes saltarte ese proceso, si te lo saltas no pasa nada. El teatro te da destreza, versatilidad, te da ese amor por el teatro. En el teatro están los que actúan por la camiseta. En televisión nadie mueve un dedo si no le pagan.
¿No tener actores formados también perjudica a la televisión?
Ahora con la Ley de Comunicación debes pensar en usar más recursos. Eso es una ventaja que te obliga a ser más creativo sin recurrir a clichés. También es fácil decir que la TV es un desastre y, simplemente, evadir el campo, yo quisiera que esas personas que lo dicen hagan algo en televisión ahora que hay otras posibilidades.