“El poema es una forma de pensar distinta a la impuesta”
“El problema de Borges es que es demasiado borgeano”, suele decir el poeta chileno Raúl Zurita para concluir que “No hay que reflexionar en la poesía”. La lógica, como la conocemos, es un gran problema a la hora de tejer versos, cree Zurita, pero también dice que “todo hombre que escribe dos poemas está salvado”.
El poeta peruano Mario Montalbetti discrepa y, durante su última visita al país, habló con este Diario sobre el lenguaje y las ideas que este engendra o devela o insinúa.
¿De dónde vienen los poemas?
De muchos lados. Eso depende del tipo de poeta que sea, del tipo de vidas que lleve... una serie de circunstancias. En mi caso, los poemas siempre vienen del lenguaje, de ciertos usos que me llaman la atención y que trato de explorar, de elaborar. Los poemas reflexionan dentro del poema mismo o pueden hacerlo, en todo caso. No veo una vía única hacia el poema. Por ejemplo, nadie que yo conozca en Latinoamérica ha escrito de manera tan brutal y tan bien sobre la geografía que Raúl Zurita. Casi físicamente, lo que hace es agarrar versos y tirarlos contra la costa, el agua y estallan. Para hacer eso, sin duda, necesitas otros materiales que son tan válidos como los de Borges o cualquier otro.
En el libro Cualquier hombre es una isla usted toma el poema ‘Trilce’ o un comentario de Garcilaso para ensayar. ¿Es el fin del arte hacer una reflexión sobre el universo?
Uno hace arte para compensar la realidad. O sea, hay ciertas cosas que no nos gustan del mundo real, de afuera o de adentro, y hacemos arte de cualquier forma -verbal o plástica- para compensar un poco estas cosas que creemos que no andan bien en el otro lado. Creo en esta especie de compensación, sí, pero el problema está en que una vez que hay ciertas cosas que nos disgustan y a las que oponemos arte, la realidad se vuelva absolutamente indiferente a lo que digamos sobre ella. Podemos criticar una cierta distribución de objetos en el mundo, decimos que está mal y la distribución se mantiene ahí, igual. Pareciera que lo que decimos sobre el mundo, le da lo mismo al mundo. Entonces, ocurre que comenzamos a examinar el instrumento con el que decimos cosas sobre el mundo para saber por qué no responde a nuestras exigencias o reflexiones y allí sigue esta otra poesía que es una sobre el lenguaje mismo, como búsqueda que haga conectar algo de nuestro lenguaje con lo real.
César Vallejo escribió: “Mi madre me ajusta el cuello del abrigo, no porque empieza a nevar, sino para que empiece a nevar”. ¿Es el mayor experimentador del lenguaje?
Tal vez sea la persona que ha hecho la mayor experimentación en lengua española en la historia y ha salido vivo [sonríe]. Es decir, probablemente hubo otros que hayan sido experimentadores más radicales que Vallejo, de quienes no nos enteramos ni sobrevivieron, pero las de él son experimentaciones que terminan siendo poemas, no son simplemente locuras arbitrarias.
En eso, no sé si es el más radical de todos, pero es una de las personas que más inteligente y estéticamente ha explorado la lengua, en su caso la nuestra, el castellano.
Una vez escribió sobre la feminidad del alma, a propósito de Vallejo. ¿Existe la poesía femenina?
Sin duda lo femenino es una forma distinta de ver el mundo, pero se me dificulta decir, por ejemplo, que Blanca Varela sea una poeta femenina. Creo que es más que eso, es una poeta y punto. Una que incorpora probablemente una visión femenina, sin duda, pero cuando lo femenino es más importante que el poema, vamos por mal camino. Si justificamos poemas simplemente por el hecho del género, me parece un problema. No tengo la menor duda de que el género entra en la visión del poeta cuando escribe y trabaja, pero el poema es más importante que lo que determina el género, incluso para cualquiera de sus variedades, no solo dos.
¿Se puede llevar a todo nivel la categoría lacaniana de ‘zurcir’ (mostrar verdades con mentiras o apariencias) o solo al lenguaje?
Lacan también dijo que eso es general, entonces, sí. ¿Cuándo es que el lenguaje le interesa al psicoanálisis? La respuesta de Lacan sería que le interesa el lenguaje cuando el ‘ello’ habla, cuando el inconsciente habla. No le interesaba lo que decían conscientemente las personas, sino solo lo que dicen en tanto y en cuanto admiten que son una especie de seres parlantes de otra cosa que está hablando. Ese sería su principio lingüístico.
Sigmund Freud dijo: “Preguntadle a los poetas”. ¿Por qué entonces estos aparecen en los medios menos que los novelistas?
Entrevistan a intelectuales, pero no a poetas porque son locos. Narradores, sí porque son serios y opinan sobre cosas sobre las que prácticamente no saben. Pero hay una relación entre arte, política e intelectualidad. Lo que pasa es que el poeta no es considerado eso sino una especie de adorno, que nunca es el centro. Las columnas de los diarios, por ejemplo, están llenas de novelistas, que también son considerados intelectuales. No sé qué tan saludable sea esto, pero desgraciadamente ellos dicen lo que todo el mundo quiere escuchar, incluso los políticos, y si empezaran a desafiar eso, pues dejarían de publicarlos. Hay una brecha, sin duda.
¿Es beneficioso que la atención que acaparan los poetas sea casi nula?
Que no sean parte del mercado, que los poemas en realidad no se vendan y que los poetas en general no pueden vivir de eso es fantástico. Me parece que el poeta debe ser una persona que tiene un oficio y que, además, escribe poemas. Y no debe exigir vivir de su poesía, como hacen los novelistas. El poema es una forma de pensar distinta a la que te impone la sociedad. (O)