El País, entre la primicia y la ética
“Creíamos tener verificada una fotografía que no habíamos verificado”, explicó Javier Moreno, director de diario El País. El “grave error”, como lo llama el periódico español, conmocionó no solo a Venezuela, por mostrar una supuesta foto del presidente Hugo Chávez intubado, sino también al mundo entero que tenía puesta su confianza en la trayectoria y experiencia del medio español.
Asimismo, soltó una serie de cuestionamientos en cuanto a la ética periodística, el manejo de la información y las fuentes, la responsabilidad de las agencias y la tan “anhelada” primicia.
El primer criterio por parte de El País para aceptar la foto fue el siguiente: “Estamos haciendo gestiones para conseguirla porque primero se la han ofrecido a El Mundo”. Esto fue dicho por el director adjunto Vicente Jiménez. Efectivamente, hubo intentos por parte de los directivos y del equipo de fotografía por recabar información sobre la procedencia de la foto, pero la investigación fue pobre. La imagen resultó falsa.
En 1972, dos jóvenes reporteros de The Washington Post decidieron correr un gran riesgo y aceptar información de una fuente anónima, sin respaldo. Carl Bernstein y Bob Woodward, periodistas encargados de desenmascarar y develar los secretos del caso Watergate tuvieron éxito, porque luego de recibir esta información de su colaborador denominado “Garganta profunda”, hicieron todo lo posible por corroborar, investigar aún más, aguantar los datos que todavía no habían podido confirmar. Este caso, visto desde distintos enfoques, era peligroso, pero logró su cometido: dar a conocer una verdad. Todo lo contrario a lo que pasó con Diario El País.
Es que la primicia que publicó se basó en un supuesto.
Primera lección: una primicia nunca puede ser publicada bajo un “pensábamos que”, “creíamos que”, “imaginábamos que”. Esas clases y nociones sobre ética que le enseñan a los alumnos de Periodismo en los primeros años de universidad parece que se les han olvidado a los encargados de la publicación de la foto y también del texto; un dato se corrobora, se verifica, se precisa.
En el libro de estilo del diario, por ejemplo, se estipula: “Cuando un hecho no haya sido verificado suficientemente, el redactor evitará en las noticias expresiones como ‘al parecer’, ‘podría’, ‘no se descarta’ o similares... Los rumores no son noticia”.
Javier Darío Restrepo, periodista, catedrático y quien dirige talleres y un consultorio de ética, en una entrevista al medio venezolano Telesur, afirmó que “cuando la información es mediocre, surgen los sustitutos, que son los rumores.
En este caso, el periódico fue víctima de los rumores”. También comentó que hay que tomar en cuenta el contexto en el que se publicó, ya que, agrega, “la información del Estado venezolano no es fiable”.
Otra de las consideraciones éticas que plantea el caso es que si la foto hubiera sido real, tampoco habría sido ética su publicación. El artículo de opinión “Un tremendo error” escrito por el defensor del lector de diario El País, Tomás Delclós, dice: “¿Incluso en el caso de que la foto hubiera sido auténtica… debería haberse publicado?”.
Su respuesta es que no. Es decir, este tipo de imágenes no son admisibles ni en una primera plana ni en otra parte del periódico, por el contenido sensible que representan, pues la dignidad del enfermo se vería afectada.
En cuanto a las reacciones por parte del diario, ya se conocen: retiraron la foto y se disculparon. En twitter, por ejemplo, varios trabajadores del medio pedían perdón. “@MABastenier: Cometimos un grave error. Perdón”. “@antonio_cano_: Como periodista de EL PAÍS, pido disculpas a mis seguidores por el error cometido con la supuesta foto de Chávez”.
Los ataques y críticas tanto por parte de los venezolanos partidarios del chavismo como por parte de todo aquel que se indignó ante la equivocación, en su mayoría periodistas, fueron muchos. Por ejemplo, crearon el hashtag “#DiarioElPaísBasuraMediática”.
Por otro lado, la agencia Gtres, que proporcionó la foto a El País, se mantiene en silencio. Y aunque el periódico haya perdido 250.000 euros y, en alguna medida, credibilidad, hay que considerar las palabras de Javier Restrepo: “Es un error explicable, pero no justificable”.