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El Telégrafo
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El color expresionista de Kirchner llega a Madrid

El color expresionista de Kirchner llega a Madrid
26 de mayo de 2012 - 00:00

El color y la falta de volúmenes se convirtieron en el sello de las obras de Ernst Ludwig Kirchner, un genio autodidacta que se dejó llevar por las ciudades y los conflictos de su tiempo en una constante evolución que acabó acariciando la abstracción.

Como un homenaje a lo que hizo la Fundación Mapfre ha preparado por primera vez en España una antología sobre Ernst Ludwig Kirchner (1880-1938) que recoge 153 obras del artista. Pinturas, apuntes, esculturas, diseño gráfico y fotografías que le servían para plasmar momentos de la realidad que posteriormente inmortalizarían sus cuadros, componen esta muestra que no es más que guía por la vida del artista a través de la organización cronológica de sus obras divididas en cinco secciones.     

El comienzo de su trabajo es cercano al inicio de las vanguardias. Mientras estudiaba arquitectura fundó en 1903 junto a tres compañeros el grupo Brüke, un símbolo de la vanguardia con la única pretensión de alejarse del academicismo. Así lo demuestra el uso del color en sus pinturas; un color trastocado, inusual, fascinante y rompedor que junto a la escasez de volúmenes y el juego en la delineación funden las primeras obras de Kirchner con el expresionismo alemán.

Lo avalan sus años en Berlín donde captó el ambiente de preguerra dejándose atraer por la representación de la vida de la calle y especialmente por las prostitutas, protagonistas de muchas de sus obras. En esos años también se dejó llevar por las drogas y por un ritmo de vida que posteriormente, durante sus años de soldado en la Primera Guerra Mundial, le condicionó a que le considerasen inútil para el servicio. A partir de ahí fueron recurrentes sus pasos por diferentes sanatorios en los que nunca dejó de pintar.

De hecho, se dejó influir por estas vivencias retratando a médicos, cuidadores o visitantes de los sanatorios. Las montañas suizas fueron su último destino; bajo la tranquilidad de ese paraje pasó los últimos años de su vida en los que se mantuvo más próximo a la abstracción y con cierta inspiración de Picasso, Le Corbusier o la Bauhaus. Con el comienzo del nazismo lo encasillaron dentro del arte degenerado sacando de los museos más de 600 de sus obras y destruyendo muchos de sus trabajos, lo que incrementó el temor de Kirchner, que terminó suicidándose a finales de los años treinta.

Hasta el dos de septiembre estarán en España las obras de una de las figuras más representativas del expresionismo alemán, uno de los pinceles más impactantes del siglo XX del que ahora podemos admirar su legado a través de un recorrido por su propia vida.

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