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Este recorrido dispone de 14 puntos de ficción que hacen referencia a novelas, ensayos y poemas

El centro de Lima se muestra desde sus letras

El bar Cordano fue un escenario de ‘Huerto Cerrado’, de Alfredo Bryce-Echenique.
El bar Cordano fue un escenario de ‘Huerto Cerrado’, de Alfredo Bryce-Echenique.
24 de febrero de 2014 - 00:00 - Por Víctor Vimos, corresponsal en Lima

Habitar una ciudad es, a la vez, imaginarla. No solo porque la supervivencia en ella implica de forma necesaria una dosis de fantasía, sino porque la ciudad, en su sentido más puro, jamás deja de escribirse. “Escribirse”, en este caso, tiene la capacidad de multiplicar sus significados: construirse, inventarse, derrumbarse, edificarse, y acciones por el estilo. De tal forma que la urbe, con el paso del tiempo, va adquiriendo una capacidad especial para convertirse en una criatura de cemento que extiende sus venas más allá del horizonte.

A la ciudad de Lima esa capacidad le ha servido de mucho. Ubicada en la costa central del Perú, esta localidad vive, día a día, la tensión por expandir su nombre, empujado por los cerca de diez millones de habitantes que en ella conviven. El crecimiento ha sido particular en la medida en que ha tenido como escenarios posibles para albergar a los nuevos brazos de la ciudad, a dos metáforas del vacío: el mar y el desierto.

Fundada en 1535, la “Ciudad de Los Reyes”, estableció sobre la cuenca del Río Rimac la semilla de su historia. Apenas catorce años después, en 1549, el mapa de su fundación que retrataba los límites geográficos sobre los que se asentaba, desapareció. Cuatrocientos sesenta y cinco años después de aquel extravío, un intento por releer su espacio surge desde la literatura.

El Mapa Literario del centro de Lima ensaya una cartografía que sostiene su esencia en la memoria y la oralidad, contenidas en narrativa y poesía del Siglo XX. Su construcción, iniciada en septiembre del año pasado, contó con una investigación profunda que llevó a Ranzo Farje y Kristel Best, literatos encargados del proyecto, a recorrer cientos de páginas, fotografías, audios, y lugares, en busca de señas particulares que recrearan a la ciudad en todo su esplendor.

Para Kristel Best, la idea de un mapa que permita acercarse al centro de la ciudad desde la literatura basa su importancia en la mirada especial que este pueda entregar, no solo en el sentido de las descripciones logradas desde el lenguaje narrativo o poético, sino por la serie de matices desde las que se puede percibir conflictos sociales, cambios culturales, nuevas formas de relación con el consumo y ocupación de los espacios urbanos. “Lima, en esta última década ha crecido a tal punto que en los barrios formados por alto número de migrantes, y que hasta la década del 80 se conocían como ‘barriadas’, ahora hay ejes independientes de vida política y económica, formas propias de hablar desde la ocupación de los espacios”, indica la investigadora.

Ese cambio urbano tiene su consecuencia en el imaginario colectivo que se teje sobre la ciudad, logrando que convivan en un mismo espacio una serie de miradas y matices que revelan el carácter del ciudadano limeño. “Por un lado está la nostalgia de una Lima que ya no existe, que se fue, que poco a poco ha desaparecido, una mirada que reclama la vuelta de un pasado en el que las cosas sucedían de maneras distintas, por otro lado, la conciencia de una ciudad moderna, en auge económico y constante consumo, que mira al pasado como innecesario y obsoleto, esa es una contraposición de lecturas que, sin embargo, conviven en espacios como el centro de la ciudad”, apunta Renzo Farje.

El mapa cuenta con un diseño versátil que permite su fácil interpretación. En su interior, sobre un plano del centro de la ciudad, resaltan los números que indican cada uno de los cincuenta y seis puntos incluidos en una ruta que cualquier visitante puede seguir. Los puntos, extendidos alrededor de más de cincuenta manzanas, implican un viaje por imprentas, editoriales, librerías, bares, parques, calles, galerías, centros culturales y bibliotecas, lugares de encuentro, y una serie de espacios relatados en novelas, cuentos y poemas que han tenido a este espacio físico como fuente de reflexión.

Las letras de Alfredo Bryce Echenique, Mario Vargas Llosa, Oswaldo Reynoso, José María Arguedas, José Diez Canseco, Julio Ramón Ribeyro, entre otros, conducen a quien las sigue por un universo poblado de aromas, colores, angustias, licores, sabores, decepciones y esperanzas, para entender que esta ciudad, como un corazón, bombea sin cesar el susurro de su existencia. ‘El Palermo’, bar de encuentro de artistas e intelectuales, donde en la década del 70 los poetas del movimiento Hora Zero leyeron su manifiesto parricida; el ‘Rincón Rojo’, un pequeño espacio en el que José Carlos Mariátegui recibía a jóvenes, intelectuales y obreros, y donde escribiría los ‘Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana’; espacios amplios como la Plaza San Martín, las avenidas Tacna, Colmena, el Jirón de la Unión, conforman esta cartografía indispensable. “El centro de Lima ha sido lugar de origen de manifestaciones que luego se han expandido a toda la ciudad, en los 80, por ejemplo, la cultura ‘underground’, los bares nocturnos, las charlas sobre música, todo eso se desprende de este lugar”, apunta Farje.

Un primer tiraje de 8 mil ejemplares fue el paso inicial para la difusión del Mapa Literario en la ciudad, un proyecto dirigido desde la Casa de la Literatura Peruana. Su distribución casi ha agotado las copias, planificándose desde ahora un nuevo tiraje. Y es que la avidez de los visitantes por mirar a su metrópoli desde un ángulo poco frecuente ha sido una de las mejores respuestas para este proceso. Respuesta tras la cual se pueden leer varios elementos poco discutidos en la cotidianidad. “Una de las realidades arrojadas por la investigación señala a la ciudad como un lugar en constante conflicto con su pasado colonial, lo que ha implicado una constante negación de la identidad indígena, en las novelas se revela eso, el racismo, la jerarquía a partir de la clase social, entre otros problemas”, señala Kristel Best.

Este documento permite un viaje en distintas dimensiones, todas ellas capaces de compartir una imagen particular de la capital peruana; no en vano, el trabajo con la memoria, al igual que con la misma ciudad, no se limita al recuerdo, sino a la realidad que se va tejiendo a partir de él, y la proyección en el tiempo que con ella se busca. Un futuro contado desde las letras.

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