Leonard Cohen se despidió al ritmo de sus versos oscuros
Hay poetas que no necesitan el premio Nobel para que su voz sea universal. El tono del canadiense Leonard Cohen (1934-2016) era como el susurro de las brasas: encandilaba, susurraba que la música folk -aquella que volteó los oídos de la Academia Sueca hacia Bob Dylan- tendría, para siempre y como una evocación, un eco poético.
Hace un mes, Cohen publicaba You Want It Darker, un susurro perentorio a través del cual decía estar “fuera de juego -en la canción homónima-. Preparado, mi señor”.
Leonard, de origen judío, tomó la pluma antes que el micrófono y 5 de sus libros de versos vieron la luz entre 1959 y 1966. Entonces lo compararon con un irlandés que también solía llevar sombrero, James Joyce, pero, transcurrido un año de su primer eco viajó a Nueva York, Estados Unidos y se hospedó en el hotel Chelsea, hogar y destino de músicos que parecen inmortales.
El productor John Hammond había descubierto a Billie Holiday y a Dylan antes de conocer al canadiense, con quien grabó Songs of Leonard Cohen, un disco que parecía proyectar imágenes en canciones como ‘Sisters of Mercy’ o ‘So Long, Marianne’.
Las colaboraciones del músico siempre nacieron de ideas frescas, aunque tuvieran altibajos comerciales como resultado. La versión folk de ‘The Partisan’ -esa pieza que conforma el soundtrack de la II Guerra Mundial con el nombre ‘La complainte du partisan’- no solo hizo reconocible el estilo de Cohen, sino que lo confirmó como un narrador de la guerra que metaforizaba las batallas cotidianas.
Más de 2 décadas viviendo en Nueva York hicieron que trascendiera el folk con el uso de sintetizadores. A diferencia de Dylan -cuyo giro eléctrico, se sabe, hizo que le espetaran ‘Judas’ en un concierto-, Cohen le decía ‘I’m Your Man’ al mundo con una innovación que no le quitó el sombrero de dandy. ‘El hombre’ -muerto a los 82 años- recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 2011 y confesó que se lo debía a otro poeta, Federico García Lorca. (I)