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Se presentan 43 obras de teatro, 11 sketches breves y 7 talleres académicos

El cabaret o cómo reír y reflexionar a la vez

En el encuentro todo está permitido “para recordarle a la gente el país en el que vivimos”.
En el encuentro todo está permitido “para recordarle a la gente el país en el que vivimos”.
25 de agosto de 2015 - 00:00 - Paula Mónaco, corresponsal en México

Sexo, política, postporno y una virgen malhablada son solo algunas de las opciones. Con 43 obras de teatro, 11 sketches breves, 7 talleres académicos y una clase magistral se realiza el XIII Festival Internacional de Cabaret, en Ciudad de México, una iniciativa que encabeza la compañía independiente Las Reinas Chulas, con el objetivo de hacer catarsis.

Porque en tiempos de pobreza, violencia y corrupción “la risa sana”, explica la actriz Marisol Gasé, una de las organizadoras del evento. “Aunque sea sarcástico o negro, el humor cura. Es un pivote que ayuda a levantarse cada día pese a todo lo que ocurre”

Humor, crítica y política son los pilares del cabaret, variante teatral que tiene origen en la Alemania de la década del 20. A las versiones mexicanas también se las conoce como farsa y carpa, propuestas indisociables del sentir popular, y por eso esta edición del festival apuesta por volver al origen: 4 de las 8 sedes están ubicadas en barrios y el 75% de los espectáculos es de entrada gratuita. La principal satisfacción de los cabareteros ahora es llegar a “miles de personas que nunca antes habían visto una obra de teatro”.

El Festival Internacional de Cabaret inició en 2003 como un proyecto totalmente independiente, pero en años recientes la compañía Las Reinas Chulas optó por solicitar fondos públicos para financiar y ampliar la oferta cultural que ha llegado a incluir 66 espectáculos. El apoyo nunca implicó censura, explica Marisol Gasé, pero este año, “el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes nos recortó el 67%  del presupuesto”, medida que se inscribe en una reducción de unos 800 millones de pesos mexicanos al presupuesto nacional de cultura.

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Para mantener al evento en pie, los teatreros mexicanos cancelaron algunos eventos, como las ‘Jornadas de Cabaretización’, que eran cursos intensivos para jóvenes de provincia. Sin embargo, en su programa 2015 el festival presume que “el cabaret se está expendiendo pese a los recortes presupuestales de cultura, pese a un sistema neoliberal, pese a un Estado represor. Como la humedad, el cabaret penetra en todos lados y en todo el mundo”.

Ejemplo de ello, otros tres festivales que surgieron a partir de la experiencia mexicana: Festival Internacional de Chile (FIC), Festival Iberoamericano de Cabaret España (FICE) y Festival Internacional de Cabaret en Cuernavaca, México.

El lugar del cabaret

El teatro-bar El Vicio es el principal escenario del cabaret mexicano por estos tiempos. En Coyoacán, barrio de ambiente artístico y cultural, funciona hace 10 años en un edificio con larga historia transgresora porque antes fue el hogar de Salvador Novo, uno de los poetas más irreverentes del país, y después sede por 15 años del teatro-bar El Hábito, de la directora teatral Jesusa Rodríguez y la compositora Liliana Felipe.

“Aquí todo se permite, hasta las cosas más cabronas, como recordarle a la gente el país en el que vivimos”, sintetiza Fernando Rivera Calderón, un humorista que antes trabajaba exclusivamente en medios masivos de comunicación y ahora se sube cada vez más seguido al escenario de El Vicio: “Porque el cabaret se ha vuelto el medio de información más confiable de este país. Los periódicos, la televisión y los noticieros se quedaron cortos; las redes sociales son tan vertiginosas que se equivocan mucho; pero en el cabaret hay un pequeño espacio de reflexión que sobrevive en medio de la vorágine”.

Sostener por diez años un espacio independiente ha sido una odisea sin tregua, dice Marisol Gasé. “Es una chinga. Sabes que a alguien estás molestando cuando llegan cartas oficiales pidiendo papeles que nunca antes habían mencionado. Cada vez hay más burocracia y también hemos sufrido mucho la corrupción, pero creo que es parte de un plan macabro en contra de la cultura”.

A Las Reinas Chulas algunos medios masivos les han condicionado entrevistas, pidiéndoles que cambien el título de sus espectáculos, que no mencionen al presidente Enrique Peña Nieto. Es lo que Gasé llama “la pequeña censura. Ahora ocurre que no nos invitan a nada, como si no existiéramos, o nos invitan a algún festival y pocos días antes cancelan la presentación diciendo que el gobernador necesita usar el auditorio”.

El fenómeno que más les preocupa -señala- es el que dicen han visto crecer en los últimos años: la autocensura. “Antes la gente bromeaba, contestaba los chistes y aventaba cosas cuando salía el presidente o seudopresidente, el guiñapo de turno. Ya no. En lo que va de este gobierno, la risa de la gente se ha vuelto histérica, nerviosa, y hacen una pausa cuando tratas de envalentonarlos para que saquen la rabia. Es muy cabrona la autocensura, habla del miedo ante un estado represor”. (I)

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