Hoy, a las 20:00, en el Teatro Centro de Arte, el dramaturgo cubano Eduardo Muñoa estrena la obra “Infieles”, una adaptación del guión del chileno Marco Antonio de la Parra.

“Me interesa el que en esta obra el autor aborda la psicología del deseo humano, es una especie de  parábola en torno a cómo podemos ser fieles a nosotros mismos, a nuestros deseos sin dejar de ser fieles a los otros y a lo que ellos representan en nuestras vidas”, dice Muñoa.

“Más que la infidelidad, la obra explora las causas que te llevan a serlo”, explica Luisa Cuesta, quien intepreta a  Daniela. En la trama, Daniela está casada con Felipe (Santiago Carpio), un redactor de eslóganes publicitarios, apasionado en su juventud con la literatura.

Cuesta define a Felipe así: “es de esas personas idealistas, que son de izquierda en la juventud, y cuando llega el matrimonio, los hijos, se adaptan al sistema que odian”. Es una persona que vive lamentando no poder ser escritor, como quisiera. Daniela está cansada. “La relación ha llegado a un hartazgo, y Felipe se encuentra con alguien del pasado”, agrega Cuesta.

Andrea (Maluli Valdiviezo), antigua novia de la juventud de Felipe, regresa a la ciudad, y pronto empiezan a frecuentarse. Carlos (Fabián Torres), la pareja de Andrea, no ve con buenos ojos este reencuentro, y se llena de sospechas. Al mismo tiempo, busca a Daniela. Plantea un intercambio de infidelidad.

La obra tiene, en diversos puntos, un diálogo entre conciencias. En uno particularmente emotivo, en que Daniela se pregunta qué hacer con su vida, Andrea le cuenta, al oído, su historia de femme fatal.

-¿Qué hago? ¿le levanto el marido a una amiga? -pregunta.

-O a una enemiga.

“¡Le mejoraste el texto!”, saltó complacido Muñoa, cuando el ensayo llegó a esa parte. La línea de la enemiga fue idea de Valdiviezo.

Muñoa cuenta que “me gusta ese juego en el que cada uno se vuelve un poco la conciencia del otro y le plantea la gran pregunta de cuánto está dispuesto a hacer para permanecer cerca”.

En ese primer ensayo sobre el escenario, el elenco tuvo que adaptarse a la nueva locación, al parecer no tan profunda como la anterior.

Aquello le preocupaba un poco a Muñoa. “¿Te incomoda la primera línea de espectadores tan cerca?”, le preguntó a Torres, en una línea que a éste le toca decir a menos de dos metros del público. “Está perfecto: Quiero agarrar con la mirada a alguien de por aquí”, contestó.

Una escena posterior vuelve a utilizar el recurso del diálogo entre las conciencias de los personajes. Carlos se acerca a Felipe desde atrás, con un reclamo. Felipe le dice “¡no me toques!” 

En ese punto, Muñoa detuvo el ensayo, y dijo: “vamos a cambiar esta parte. Fabián, tócalo, para que el público se pregunte cosas. Hay que sacarlos de su comodidad”.

Al repetir la escena, hubo una breve dificultad con el roce. “En Latinoamérica siempre ha habido ese problema con la proxemia”, comentaba Muñoa a sus actores.

Como ha dicho el director, más que la infidelidad en sí, la obra indaga en las causas y los efectos. Carlos intenta convencer a Daniela de vivir el affaire vengador. “la infidelidad es siempre un suicidio, una forma de muerte”, le dice, al tiempo que Felipe y Andrea se plantean si deberían escaparse juntos.

-¿Lo dejarías todo por mí? -pregunta Felipe a Andrea.

“¿Dejarlo todo otra vez?” se cuestiona Andrea a sí misma. Otra vez. Como había hecho ya antes para irse a vivir con Carlos.