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Ecuador, 22 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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Ecuador se alista para competencia de tango

Vanessa Batallas es la pareja de baile de Dúval Barrezueta, una balletista que cambió su estilo al tango. Para el torneo ensayan 2 horas semanales.
Vanessa Batallas es la pareja de baile de Dúval Barrezueta, una balletista que cambió su estilo al tango. Para el torneo ensayan 2 horas semanales.
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Hablar de tango es ir más allá de conocer aquellas melodías que sonaron en la voz del famoso Carlos Gardel. Es ahondar en una profunda cultura que parte del género musical hasta su danza, característica de la región del Río de la Plata, en Argentina.

Un pedazo de ese mundo ha tomado forma en Guayaquil bajo la tutela y fomento del bailarín Dúval Barrezueta, quien hace más de 17 años ha organizado las populares milongas en diversos espacios de La Perla.

Ecuatoriano, de raíces chilenas, este conocido instructor de tango tiene un nuevo reto: participar –por segunda vez– en el Mundial de Tango en Buenos Aires, la primera semana de agosto de este año.

“Vamos a competir Vanessa Batallas y yo. Vamos a concentrarnos por orquestas, ya estamos sacando los pasos porque ensayamos casi dos horas a la semana”, comenta el artista, quien participó en 2013 junto con su excolega Maritza Intriago, una artista ecuatoriana que destaca en el país del sur y que se convirtió en la primera del Ecuador en trabajar como bailarina profesional de tango.

Una reñida competencia
Barrezueta, de 58 años, cuenta que para el Mundial de Tango logró pasar a las rondas de eliminatorias de 500 parejas. Con Maritza Intriago alcanzó el puesto 250, una conquista que aún celebra con entusiasmo.

“Sentí que estaba bien porque le gané a 250 chilenos y argentinos. Acá en Ecuador a mí nadie me enseña, era el que más sabía de mi país”, indica el bailarín, quien previamente a dedicarse a esta carrera fue docente de la materia de inglés en algunos colegios de la urbe.

Expresa su anhelo de que Ecuador se convierta en una sede para una competencia a nivel nacional, así como las tienen Colombia, Venezuela o Costa Rica.

Con una organización de este nivel, los ganadores pasarían directo a la final, porque en la actualidad “sin estas sedes uno se raja con todos los costos”, revela el coreógrafo, quien está en la búsqueda de auspiciantes para solventar los gastos de este viaje y su estadía en Buenos Aires. “En caso de conseguirlo, las marcas estarían sobre mi leva, así es como diseñaré el traje”.

En este torneo se deben desarrollar dos estilos: el de escenario y de salón. El primero se ejecuta con una coreografía planteada por la pareja participante y el segundo plantea el libre estilo que deben seguir los competidores al ritmo del tema que el jurado decida.

“Este estilo de salón es sincronizado. Te subes al escenario y ahí recién te dicen -por ejemplo- vas a bailar ‘La Cumparsita’ o el ‘Libertango’ de Piazzolla, por eso uno tiene que ir experto y ensayado en todo lo que son las orquestas”.

Un baile nativo lleno de códigos
Vanessa es la compañera de Dúval -desde 2013- en los  escenarios. De 27 años, se inició como balletista del Instituto de Danza Raymond Maugé en el que resultó ser abanderada. Pero su incursión en este baile la ha llevado a perseguir el mismo sueño de su mentor: representar al país y ganar.

“Para mí fue un logro terminar de estudiar danza y todavía seguir en ello, por eso el compromiso con el arte, la danza, y Dúval”, dice la joven danzante.

Ella destaca los códigos que se manejan entre los entendidos en la materia. Uno de estos es asistir a las milongas con los zapatos de tango, que en el caso de la mujer, ya es un indicador de que sabe bailarlo. Otro detalle recae en las miradas a la hora de invitar a una dama a danzar. Una vez entendida la señal, la pareja se encuentra en la pista.

La música es lo principal, por lo que el buen entendedor sabe que las orquestas como la de Carlos Di Sarli, Juan D’Arienzo o la de Alfredo D’Angelis son las escuchadas en las milongas pues marcan el compás de las parejas que saben bailar el tango.  (I)  

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