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Docencia y artes se aúnan en Ricardo Steinsleger

Docencia y artes se aúnan en Ricardo Steinsleger
15 de mayo de 2012 - 00:00

No solo porque Fernando Gil Estrada -director del Coro y de la  Orquesta de Cámara del Instituto Experimental de Música de la Universidad de Guayaquil- sea el cónsul de la Asociación de Directores de Coro de la República Argentina (Adicora), Ricardo Steinsleger aceptó venir por tercera vez a la ciudad, a dirigir los elencos del alma mater.

La razón de la visita fue una amistad forjada con Gil Estrada y su padre Enrique Gil Calderón entre 1999 y 2000, ratificada en que en 2010 fue el veedor internacional del festival “El Canto Coral Hermana a los Pueblos”.

En los últimos meses Steinsleger, profesor titular y miembro del equipo de investigación del Instituto Superior de Música de la Universidad Nacional de Tucumán, concluyó la Maestría en Interpretación de Música Latinoamericana del Siglo XX en la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Cuyo, interesado en cimentar más su oficio como docente universitario.

La obra que ejecutaron ayer en un concierto público y el domingo en recital privado, ambas en el Paraninfo de la Casona Universitaria, fue el Stabat Mater, de Joseph Gabriel Rheinberger.

Steinsleger nació en Rosario y allí comenzó su carrera como flautista, para luego trasladarse a Mendoza, a  la Universidad Nacional de Cuyo, donde estudió dirección coral; y apenas  concluyó su carrera fue llamado desde Tucumán, en 1996, para dirigir el coro estable de la provincia y después se quedó allí desarrollando su actividad artística y docente. Entre 1997 y 1998 propuso y puso en operación la carrera de artes en Tucumán.

Había, de cualquier manera, diferencias entre las  ciudades en que  hizo su carrera, específicamente en cuanto a   la  formación docente: en Mendoza existían  directores formados institucionalmente, aunque los sonidos estaban influenciados, como en cualquier ciudad argentina, por la impronta de algún maestro en particular.

Todo lo que involucra la formación intelectual y académica del director coral, en su opinión, se vuelca en lo  interpretativo porque se trabaja con textos, de los que siempre ayuda conocer sus traducciones, análisis literario y el contexto en el que el poeta compone el texto de esa partitura. “La interpretación de la música tiene muchísimo que ver con el estilo,  que proviene de la historia y del conocimiento que el director de coros tenga sobre estos temas y, además, sobre la estética de la época”, agrega Steinsleger.

Aunque una de las cátedras que enseña es la de Coros Escolares, el maestro argentino indica que su especialidad es dirigir coros de jóvenes y adultos. Sin embargo, distingue que el ensamble de niños se dirige de forma prácticamente igual, lo que cambia es el registro de las voces.

Se canta a voces iguales en lugar de a voces mixtas. Adicionalmente aclara que el número de coristas influye más bien en el repertorio, por ejemplo el Stabat Mater no puede hacerse con 12 cantantes; del mismo modo, cuanto más grande es el coro, más difícil es trabajar la sutileza y cuanto  más pequeño más difícil es conseguir una gran masa sonora.

Steinsleger precisa que  Rheinberger es un compositor que escribió mucha música coral, muy interesante, de la cual conoce y ha dirigido buena parte; acá el Stabat Mater fue una sugerencia de Gil Estrada.
Ricardo precisa que cantó desde muy joven y el abandono de la flauta traversa para dedicarse de lleno a la dirección coral fue circunstancial y por vocación.

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