La piedra cruje y lanza polvo al golpe del pico. Teodoro suda, se concentra... un descuido puede ser fatal. Pero la talla de roca volcánica, un arte ancestral que se resiste a morir, es desde hace medio siglo el pan de cada día para este artesano nicaragüense.

El torso desnudo de Teodoro Gutiérrez deja ver sus brazos fuertes a punta de oficio. Golpea con tenacidad la esponjosa y volcánica piedra pómez para, con la ayuda de su hijo Gregorio, dar forma al "Dios Águila".

Les llaman “los picapiedra” y son los únicos que en Nicaragua labran la piedra volcánica de forma rudimentaria y artística, dando forma a los dioses milenarios, en San Juan de Oriente, un pintoresco pueblo de Masaya, 45 km al sureste de Managua.

"Yo quiero que el trabajo de mi familia sea conocido, tal vez yo no soy un gran personaje (artista), pero nadie mantiene este arte porque no hay quien quiera aprenderlo", dijo a AFP Gutiérrez, bajo un alero de latas de cinc oxidado en el patio de la casa, donde tiene su taller.

Las obras de Teodoro adornan distintos puntos de la llamada "ruta colonial y de los volcanes" -que comprende las ciudades de Masaya, Granada y Rivas-, como parte de una campaña de promoción porque son "únicas" y herencia de la ciudad, dijo la directora de patrimonio de la alcaldía de San Juan, Caridad Rodríguez, a AFP

Defensor de su labor y arte genuino, resalta que todo es habilidad. "Es manual, no hay nada de molde. Son piezas resistentes al sol y al agua. Es piedra", dice Teodoro, quien gana unos 10 dólares al día y hasta 40 cuando logra vender una pieza grande.

En el patio de su humilde casa el Dios del Cacao, una escultura en piedra pómez de un metro de alto, que le llevó 2 días tallarla, espera para ser llevada por un belga que la colocará como adorno en la entrada de su tienda de chocolates, cuenta Teodoro con orgullo. (I)