Digitalizan documentos de Ernest Hemingway
Ernest Hemingway se consideraba a sí mismo un “sato cubano” (cubano común). Lo dijo durante su discurso de aceptación del Premio Nobel de Literatura en 1954. Es que este breve amigo de Fidel Castro vivió 20 años de su vida (1939-1960) en Cuba.
Ahora, 59 años después del Nobel, y 60 del Pulitzer por la publicación de “El viejo y el mar” en la revista Life, miles de documentos y fotografías de Hemingway guardados en su casa de Cuba han sido convertidos en formato digital por una fundación de Estados Unidos.
“Las rosas. Pódelas una vez en septiembre, octubre, noviembre, diciembre y enero. Después déjelas crecer”, pedía Hemingway a Pichilo, el jardinero de su casa de La Habana antes de partir hacia Europa en 1948. “Para descansarlas y hacerlas más fuertes”, añadía a mano junto a las anotaciones a máquina.
Las instrucciones, centenares de documentos y fotografías del autor, permanecían en Finca La Vigía, en un poblado de La Habana llamado San Francisco de Paula, convertida ahora en el Museo Hemingway.
Su pasaporte expedido en 1934 para viajar a Francia y España, una carta a la actriz Ingrid Bergman o facturas de hotel de un viaje que realizó a Austria en 1925 ofrecen hoy “textura” a lo que se conoce sobre la vida del escritor, quien todavía es uno de los escasos lazos entre la isla y Estados Unidos.
Gracias al trabajo de la fundación estadounidense Finca Vigía, unos 2.000 documentos del artista se encuentran desde esta semana a disposición del público en formato digital en la Biblioteca John Fitzgerald Kennedy de Boston.
“No es solo un trabajo estadounidense. No se hubiera podido llevar a cabo sin la colaboración del Gobierno de Cuba, por lo que estamos tremendamente agradecidos”, dijo el lunes, durante la presentación de los documentos, el congresista demócrata James McGovern, quien deseó que esta colaboración sirva de ejemplo para mejorar las relaciones bilaterales entre ambos países.
Cuba y Estados Unidos no poseen relaciones diplomáticas ni lazos comerciales desde la revolución en la isla en 1959, y tienen en Hemingway un fino hilo de unión: ambas lo consideraban un compatriota. “No podíamos esperar a que cambiara el clima político, la casa también se encontraba en malas condiciones, con goteras y mucho polvo”, explicó la cofundadora de la Fundación Finca Vigía y nieta del editor de Hemingway, Jenny Phillips, quien descubrió su existencia en el año 2002 y se puso manos a la obra para su recuperación.
Ya en 2008, la fundación donó a la Biblioteca JFK las primeras 3.000 imágenes que detallan la vida del Premio Nobel en La Habana, a las que se suman estas nuevas 2.000 coincidiendo con el 60 aniversario de su Premio Pulitzer.
Grupos de expertos en conservación del papel y restauración de documentos han viajado durante años a la capital cubana para perpetuar el legado del autor de “El viejo y el mar” que, según la profesora Sandra
Spanier, es de un valor incalculable para los expertos como ella, dedicados a dibujar una fotografía más nítida de la vida y obra del estadounidense. “Hemingway se fue de Cuba en 1960 pensando que volvería a su casa. Pero nunca lo hizo -explica Spanier, también editora del Proyecto Cartas de Hemingway-. Por lo que la casa estaba llena de sus cosas tras su muerte en 1961”.
Allí se encontraban sus zapatos o “el original del discurso que escribió al recibir el Pulitzer”, escrito en español, en el que aseguraba que aquel galardón era un premio a todos los pescadores de Cuba.
Sin embargo, pese a esta nueva publicación de documentos del autor, aún quedan en aquella casa cerca de 9.000 libros que pertenecían a Hemingway, muchos con anotaciones de su puño y letra en los márgenes cuya digitalización finalizará en unos cuatro años, según la fundación.
Y es que tras más de dos décadas viviendo en aquella casa, el novelista construyó todo un universo alrededor de “La Vigía” sin el cual, a través de sus recuerdos, no podría entenderse quién fue realmente Ernest Hemingway.