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Los dueños también ejercen como electricistas

Detrás de las carpas los circos tienen sus actores escondidos

Armar el escenario demanda mucho orden y trabajo. Los propietarios de los circos conocen todos los trucos para realizar esta labor.
Armar el escenario demanda mucho orden y trabajo. Los propietarios de los circos conocen todos los trucos para realizar esta labor.
Foto: Cortesía Giovanna Paredes
08 de septiembre de 2016 - 00:00 - Giovanna Paredes. Estudiante de la UCSG

El mundo de fantasía que provee el circo de los Martínez Lorenti cuando están en escena no se compara al que viven cuando apagan las luces y se quitan sus disfraces.

Alma circense es un documental que captura en 13 minutos la vida de esta familia cirquera que hizo de una carpa su hogar, a pesar de las adversidades que se presentan cada día.

Israel Mosquera, uno de los directores de este corto, cuenta que todo el equipo tenía diferentes ideas para empezar este proyecto, pero que gracias a un comentario de un profesor de crear algo con payasos emprendieron su documental. “Me preguntaba qué puedo hacer con payasos y se me ocurrió el circo”.

Una familia es la protagonista de esta historia, don Antonio Martínez y su esposa Sonia Lorenti, quienes se conocieron a los 14 años y desde ahí no se separaron, son los dueños del circo. Ellos han involucrado a sus hijos con esta pasión cirquera y afirman que el mejor artista que tienen es Dios.

A pesar de que en la gradería hay capacidad para 1.500 personas, y el circo es uno de los más grandes del país, en ocasiones la acogida no es la esperada por ellos. Aun así, Alberto, hijo de Antonio, añade que aunque haya un solo espectador deben trabajar profesionalmente y seguir las reglas.

“No se trata solo de ganar dinero con las presentaciones. También le debemos respeto al público y por ello debemos trabajar para quienes estén en las gradas”.

Ser parte de esta inmensa carpa no es tan sencillo, ya que durante el día son electricistas, mecánicos, ayudantes de utilería y lo que fuera necesario, es decir el payaso no solo hace reír, pues él también recoge focos y arregla alguno, si se requiere.

En ocasiones, los Martínez ofician de electricistas y mecánicos. Cada uno sabe cómo encaja las distintas partes del circo. “Parece complicado, dice Antonio, pero todo lo tenemos en orden. Es cuestión de armar. Muchas veces hemos sido utileros, pero lo que más hacemos es poner la luz eléctrica en todo el circo”.

Leslie Martillo, una de las asistentes de producción, expresa: “A pesar de las dificultades y de los ingresos que a veces los decepciona, ellos siguen entregando todo su amor en su circo. Se debe reconocer el mérito por los métodos de supervivencia que aplican estas personas y cómo se mantienen juntas. El hogar se crea en el sitio en donde les toca actuar. Es cuestión de acomodarse ”. (I)

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