El protagonista de precipicio portátil para damas se construye a partir de 3 historias reales
Delfín Tonato, el personaje sobre la moral
Hace dos semanas el escritor y terapeuta Adolfo Macías Huerta asistió a un evento cuya premisa era la confesión de no haberlo leído: “Nunca leí a Adolfo Macías Huerta”. En Estación Libro Abierto, Adelaida Jaramillo, la creadora de esta serie de actividades que plantean la proximidad con autores nacionales, se suscribía a la premisa del encuentro. Precipicio portátil para damas (Seix Barrial, 2014), la novela que se discutió esa noche, era también la primera proximidad que tenía con el autor.
La moderadora resaltaba en su presentación la extrañeza que le producía que el escritor, guayaquileño también pero radicado en Quito, sea tan poco conocido en la ciudad -desde su percepción- a pesar de haber ganado dos veces el Premio Nacional Joaquín Gallegos Lara, por su libro de cuentos El Examinador (1995) y por El grito del Hada (2010).
En las novelas de Macías siempre hay un protagonista que desordena su mundo, se plantea la imposibilidad de vivir, frente a lo predecible de la existencia.
En Precipicio portátil para damas ese personaje se llama Delfín Tonato, un hombre sumergido en la eterna adolescencia, esquivo ante cualquier idea de estabilidad, suscrito al espíritu punk y sumergido en la idea de ser un poeta sin alma, ni sensibilidad.
El personaje -confesó Macías Huerta durante el conversatorio- está basado en la personalidad de tres amigos, pero Delfín Tonato los supera. Toma su espíritu de rebeldía, el afán por ser todo lo contrario a lo que quieren sus padres y jugar con la vida hasta el punto de perderla. Como Delfín, uno de estos personajes se burlaba de su exnovia desde las redes sociales. Fantaseaba con su historia al punto de convertirla en un monstruo con el que hacía reír a sus amigos.
“¿Cómo te puedes reír de algo que consideras que no deberías reírte y que sin embargo te hace reír? Para mí esa risa, la construcción de ese personaje me hacía saltar por encima de mi misma moral”, explicaba el autor.
Delfín Tonato es un gran humorista sin ninguna contemplación en lo que convencionalmente busca una sociedad, lo “políticamente correcto”.
Vive en profundo resentimiento hacia su madre por culparlo de la muerte de su hermano y por ser quien le arrebató la convivencia con su padre. Es en esencia un misógino con el que el lector puede terminar riendo de la misma forma que el autor. Pero también se puede terminar odiándolo como cada lector que disertó antes del primer capítulo.
En la trama, Delfín Tonato es el protagonista de una comedia negra a la que se ama y al mismo tiempo resulta insoportable.