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El instrumento de siete cuerdas queda en silencio

De Lucía, el flamenco sin confines (INFOGRAFÍA)

Foto: archivo │ EFE
Foto: archivo │ EFE
27 de febrero de 2014 - 00:00 - Redacción Cultura

Paco de Lucía jugaba fútbol con su nieto, pisaba la arena blanca de Tulum, un yacimiento prehispánico de Cancún en México, al que viajaba con frecuencia para pasar vacaciones con su familia en busca de privacidad y de sus deportes favoritos. De un momento a otro se sintió mal, su esposa lo llevó al hospital, se sentó en una camilla y murió. El diagnóstico fue un infarto masivo. A sus 66 años, uno de los mayores representantes de los acordes flamencos que engendró España murió, viviendo como quiso.  

Francisco Sánchez Gómez nació en diciembre de 1947 en el barrio Algeciras de Cádiz, donde había tantos niños a los que se les llamaba Paco que se los debía distinguir con el nombre de su madre, en su caso, Lucía Gomez.

Con un año más que el número de cuerdas que tiene su guitarra inició con sus primeros acordes de infancia  y recorrió, a partir de ellos, una base melódica de cambios que influenciaron ese sentimiento propio que reconocen los españoles en el flamenco. Ese género que la Unesco declaró Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad al que De Lucía se encargó de renovar  y de universalizar.   

Conoció a José Monge Cruz, el cantaor calé que se popularizó como Camarón de la Isla, cuando su padre fue su productor. Luego, compartieron  tablas y juntos trabajaron en las primeras mezclas flamencas con el rock, el pop, el jazz y la bossa nova. Grabaron diez discos, que conforman parte de ese período de renovación de la música española. (Ver infografía ampliada)

Trabajó en las  primeras mezclas flamencas con el rock, el pop, el jazz y la bossa nova.A pesar de la amistad, Paco de Lucía no pudo despedirse de Camarón  antes de que muriera, en 1992, por un cáncer pulmonar, impedido por su familia para visitarlo. Tras su muerte, De Lucía fue acusado de no respetar los derechos de autor de Camarón. “Fue dolor sobre dolor (...) Hoy sigo pensando que él era otra cosa, no era normal. Esa voz... todo lo que he compuesto y tocado en mi vida recoge lo que sentí escuchándolo. Tiene que pasar mucho tiempo para que ocurra otro fenómeno así. Hoy todos los jóvenes tienen el aire de Camarón”, respondió en una entrevista a Diario El Mundo. A pesar de la disputa, Dolores Montoya, “Chispa”, viuda de Camarón de la Isla, al enterarse de la muerte de Paco de Lucía aseguró que “Camarón y Paco se entendían con solo mirarse, se alucinaban uno al otro escuchándose”.

Paco de Lucía era un hombre de pocas palabras, se reconocía como neurótico, era producto de la soledad y la búsqueda constante de la música. Era el resultado de horas y horas de escucharse a sí mismo en esa relación que mantenía con su instrumento “La guitarra, una hija de la gran puta, eso es lo ques pa mí -ríe y a continuación se pone serio-. Me come el coco. Es un instrumento muy difícil, de verdad”, confesó en 2005 a la periodista Pepa García.

Recorrió con su guitarra algunos rincones del planeta: Nueva York, Moscú, Lausana y Tokio.Esa esencia introvertida con la que se manejaba, fue tal vez una de las razones por las que hoy es considerado como el número uno de la guitarra flamenca. “No tengo conciencia de lo que vosotros, los periodistas y los aficionados, pensáis que soy, pero me miro al espejo y me veo con claridad. Y lo que percibo con mayor nitidez es mi música, el flamenco”, comentó en una entrevista de 2004, intentando contradecir el honor atribuido. En ocasiones, la excelencia musical no es una ventaja comercial. Este no fue el caso de Paco de Lucía, quien de a poco empezó a llenar los teatros en los que presentaba, “una vez que se llenó por completo, no cambió”, decía.

Entre sus temas más conocidos están su rumba Entre dos aguas, una composición para Vicky Cristina Barcelona de Woody Allen; también constan sus alegrías La Barrosa y Barrio la Viña, su soleá Homenaje al Niño Ricardo, emblemas de una treintena de discos de su repertorio.

En vida fue homenajeado con galardones como el Príncipe de Asturias en 2004. El mismo año logró un Grammy al mejor álbum flamenco; recibió el Premio Nacional de Guitarra de Arte Flamenco; la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes 1992; el Premio Pastora Pavón La Niña de los Peines 2002; y el honorífico de los Premios de la Música 2002.

Recorrió con su guitarra algunos rincones del planeta: Nueva York, Moscú, Lausana y Tokio, donde se lo declara como uno de los músicos más influyentes del país asiático. Con cada una de sus presentaciones contribuyó sin duda a la popularización del flamenco fuera de su lugar de origen.  

Abrió el Teatro Real a los duendes flamencos, interpretó el Concierto de Aranjuez al frente de una orquesta sinfónica e inventó una formación musical, el sexteto, que se convirtió en referencia para casi todos los tocaores que exploran nuevos caminos creativos.

El ayuntamiento de Algeciras le dedica tres días de luto oficial y trabaja en comunicación con su familia para realizar el respectivo traslado de los restos del artista hasta su tierra natal. El alcalde de Algeciras, José Ignacio Landaluce, aseguró que se trata “de una pérdida irreparable para el mundo de la Cultura, para Andalucía”. 

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