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Ecuador, 26 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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El geógrafo explica que en este sistema la forma de salir de una crisis contiene en sí misma las raíces de la siguiente crisis

David Harvey analiza las contradicciones del sistema capitalista en su nueva obra

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Desde el Instituto de Altos Estudios Nacionales del Ecuador (IAEN), y en colaboración con la editorial española Traficantes de Sueños, se está diseñando una colección editorial llamada «Prácticas Constituyentes», bajo la dirección de Carlos Prieto del Campo y David Gámez Hernández. El proyecto nace con el propósito de publicar libros que, desde un posicionamiento crítico, cuestionen la dominación hegemónica capitalista y contribuyan al proceso de constitución de un horizonte post-capitalista, o al menos post-neoliberal. Uno de los primeros títulos publicados es Diecisiete contradicciones y el fin del capitalismo de David Harvey, geógrafo y pensador marxista de la City University of New York (CUNY), y actualmente director del Centro Nacional de Estrategia para el Derecho al Territorio de Ecuador (CENDET).

El libro de Harvey es un análisis exhaustivo y riguroso del funcionamiento objetivo del capitalismo y sus contradicciones. Para Harvey resulta imprescindible estudiar las contradicciones del sistema capitalista, que se agudizan en los tiempos de crisis, para tratar de articular una alternativa política, económica y social que ponga fin al capitalismo. No se trata únicamente de un análisis de corte académico sobre la lógica económica capitalista; se trata más bien de un intento de entender sus contradicciones para diseñar un pensamiento económico alternativo, de elaborar una respuesta de inmediata aplicación desde las políticas públicas, para salir de una crisis sin entrar en la siguiente. Harvey explica que, en el capitalismo, «la forma de salir de una crisis contiene en sí misma las raíces de la siguiente crisis»; ante este hecho, resulta impositivo establecer nuevas estrategias –acaso prácticas constituyentes–, explorar nuevos horizontes y vías de acción política, para no dejar plantada la semilla de una nueva crisis en nuestro intento de escapar de esta.

Pero, ¿cuáles son las contradicciones? Y, sobre todo, ¿en qué nos afectan? Harvey responde a la pregunta con su acostumbrado tono sencillo: «Podemos vivir perfectamente bien en un mundo [...] sin saber cómo funciona (del mismo modo que podemos accionar un interruptor y disponer de luz sin saber nada de la generación de electricidad). Sólo cuando sucede algo extraordinario –los estantes del supermercado están vacíos, los precios suben disparatadamente, el dinero que guardamos en nuestra cuenta disminuye bruscamente de valor, o la luz no se enciende– nos hacemos las grandes preguntas de por qué y cómo esas cosas que suceden “tan lejos”, más allá de las puertas y de los muebles de descarga de los grandes almacenes, pueden afectar tan espectacularmente a la vida y el sustento cotidianos». Las contradicciones capitalistas no afectan sólo a los datos macroeconómicos, sino a nuestra vida toda. Por eso resulta importante estudiarlas. Y Harvey las estudia, y las estudia a fondo; primero clasificándolas (entre fundamentales, cambiantes y peligrosas) y luego examinando a lo largo del texto su lógica y su funcionamiento.

Pero –y seguramente se encuentre aquí el valor de su libro– Harvey no se conforma con el análisis, sino que hace propuestas concretas de cómo resolver radicalmente esas contradicciones.  ¿Cómo evitar que el dinero siga siendo, como lo es desde la década de los setenta, representación de una representación sin una base material sólida? ¿Cómo preponderar el valor de uso sobre el valor de cambio a través de una política económica que frene el consumismo «maníaco y alienado»? ¿Cómo organizamos la economía para impedir que la acumulación capitalista se levante sobre la desposesión de lo que es común, como sucede con la privatización de escuelas y hospitales o de los sectores energéticos y de las telecomunicaciones? Estos y otros muchos interrogantes los formula Harvey en su libro, los responde y trata de buscar una alternativa política anticapitalista.

Si como dice el crítico literario marxista Terry Eagleton, citado en el paratexto que abre estas Diecisiete contradicciones, «tiene que haber una forma de examinar el presente que muestre en su interior cierto futuro como potencialidad», podemos afirmar, sin un atisbo de duda, que el ensayo de Harvey contiene en su interior, en su examen del presente, una potencialidad de futuro.

Como el conjunto de títulos que ha publicado y que va a publicar la colección «Prácticas Constituyentes», Diecisiete contradicciones y el fin del capitalismo de David Harvey no es un libro para leer en la intimidad de una butaca. Después de la lectura atenta y solitaria, el libro debería bajar a la calles, a las plazas, y ser debatido y reflexionado en colectivo. Los libros de «Prácticas Constituyentes» deberían trabajarse en un taller para, colectivamente, trazar las líneas de un programa político, de aplicación a corto o largo plazo, con un horizonte de transformación post-capitalista. Si la lectura del libro se detiene en la butaca, tal vez habremos sido incapaces de aprovechar todo su potencial emancipador.

Decía René Ramírez en su libro La virtud de los comunes (El Viejo Topo, 2014) que no es posible hablar de una sociedad verdaderamente democrática sin una distribución equitativa del conocimiento, que no puede haber libertad individual ni puede existir la emancipación social sin conocimiento. Un ciudadano sin conocimiento difícilmente podrá ejercer sus derechos como ciudadano, participar activamente en la construcción de una democracia real. Construir una auténtica democracia pasa por empoderar a la ciudadanía a través del conocimiento, convertir a los ciudadanos pasivos en ciudadanos activos y críticos, que sean capaces de tomar decisiones sobre su propia vida y la vida de su comunidad en base a un conocimiento del mundo que les rodea. El acceso libre al conocimiento, pero también la posibilidad de acceder al conocimiento con las herramientas adecuadas, es un reto enorme, pero apasionante, en la constitución del socialismo del buen vivir.

Aprovechemos los libros de «Prácticas Constituyentes» –y el de Harvey puede ser un excelente punto de partida para iniciar una ronda de debates– para empoderarnos a través del conocimiento, de un conocimiento crítico que sea capaz de romper la cadena de acumulación cognitiva del capitalismo. Construir conocimiento crítico para confrontar el pensamiento único hegemónico. Los libros de «Prácticas Constituyentes» –y Diecisiete contradicciones y el fin del capitalismo de David Harvey, concretamente– nos invitan a emprender este reto. Ya tenemos los libros, se pueden comprar o descargar libremente; ahora solamente falta que hagamos nuestra parte como ciudadanos activos: que los trabajemos colectivamente con un horizonte de emancipación post-capitalista.

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