Danza butoh toca el universo femenino
Marzo es un mes sagrado para la bailarina Susana Reyes. De origen muy humilde recuerda a aquellas lavanderas del barrio La Loma, en la calle de Los Milagros, a los pies del emblemático San Roque en el Centro Histórico de Quito, junto a las cuales vivió su niñez y supo de sus sueños y frustraciones.
A ellas dedica su nueva puesta en escena que titula Las mujeres olvidadas. Es una obra de danza butoh de los Andes que tendrá su estreno mundial el 11 y 12 de marzo a las 19h00 en el Teatro Nacional de la Casa de Cultura Ecuatoriana (CCE) en Quito, en homenaje al Día Internacional de la Mujer.
Susana cuenta que la obra tiene música original y en vivo, y un “origen bastante particular porque cuando yo celebraba mis 45 años en el mundo artístico sentí un llamado al ver una foto que recuperaron de una obra mía llamada Lavanderas, que era de un formato pequeño”.
La bailarina sintió el llamado de invitar a otras compañeras y hacerlas parte de este proyecto donde recrea personajes como las niñas mamás, las madres que fueron padre y madre para sus hijos o las que se convirtieron en las madres caracolas, esas que parecen llevar sus casas y sus niños a cuestas.
Curiosamente, tras esa convocatoria le llegaron disposiciones de cuatro bailarines de butoh, dos de Chile y dos de Ecuador que pidieron participar.
Esto Susana lo define como “un momento de una gran sincronía cósmica donde ellos van entrando en esa memoria profunda de escalar”.
Fue así como los cuatro hombres asumieron el desafío de ponerse en ese filo del abismo para escarbar en las huellas de sus ancestros, de sus madres, en las mujeres de sus pueblos, en ese origen femenino que todos tenemos.
La obra tiene una hora de duración. Está inspirada en la historia de las lavanderas a partir de ese mundo, una coreografía que toca el universo femenino y que Susana califica “de gran sensibilidad”.
La música es de Moti Dere, quien también sintió la necesidad de invitar a otro músico que es el ecuatoriano Andy Sebastia.
Susana asegura que es “una música absolutamente bella, un vestuario con una línea hermosa, con color, pues uno de los bailarines chilenos es también artista plástico, una obra con mucha pureza y generosidad, es una deuda de amor que he tenido y hoy la logro plasmar”.
La entrada es gratuita, previa retirada de los pases de cortesía en la propia CCE. (I)