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Ecuador, 02 de Febrero de 2025
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El Telégrafo
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Un Plan Nacional de Lectura es vital para mejorar la calidad de educación en el país

"Cultura, último sector del Estado en hacer su transformación"

Ana Rodríguez, viceministra de Cultura, y Regina Rodríguez (Consejo del libro-Chile) compartieron experiencias. Foto: Fernando Sandoval / El Telégrafo
Ana Rodríguez, viceministra de Cultura, y Regina Rodríguez (Consejo del libro-Chile) compartieron experiencias. Foto: Fernando Sandoval / El Telégrafo
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Ecuador es el único país en la región que no cuenta con un plan de lectura. Los pocos intentos de articulación de las instituciones gestoras de la cultura ha sido una de las principales razones. Ahora la necesidad de formar lectores regresa a la palestra como una deuda social que se implementará como política pública a partir de 2017, una vez concluido el proceso de institucionalización del sistema nacional de cultura.

Así lo informó la viceministra de Cultura, Ana Rodríguez, en su presentación dentro de la mesa titulada ‘Políticas de lectura y el libro: hacia la construcción del Programa Nacional de Lectura’, realizada el sábado  pasado desde las 14:30 en la Feria del Libro.

“En Ecuador no ha habido un Plan Nacional de Lectura, pero sí una  cantidad de iniciativas institucionales y ciudadanas que habría que recuperar como buenas prácticas. En pocos países se ha visto tanta diversidad de propuestas de motivación a la lectura y formación de lectores como aquí. Esto como consecuencia de la falta de una política pública”, expresó Rodríguez.

Durante una hora, la funcionaria explicó los avances en la construcción de este proyecto. Por ejemplo, se ha hecho un balance de experiencias extranjeras y locales como ‘Quito lee’, la campaña de lectura Eugenio Espejo y la de motivación a la lectura de literatura infantil que —según la viceministra— es la que más trabajo sostenido ha tenido con —por ejemplo— la Editorial Girándula.

Además, se manifestó la necesidad de una estructura nacional de bibliotecas, debido a que hoy en día no existe una política de regulación y control. Esta sería regida por un instituto de memoria social, el cual está actualmente adscrito como una subsecretaria en el Ministerio de Cultura. Existen 11 bibliotecas estatales y más de 690 a nivel nacional.

“La biblioteca nacional debe ser, en el caso ecuatoriano es lo más pertinente, la implementadora del Plan Nacional de Lectura”, explicó Rodríguez al compararnos con Chile en donde el Consejo del Libro dirige esta iniciativa. Además, desde hace 6 meses se está creando una biblioteca de índole digital y se espera implementarla desde mediados de 2016.

No obstante, para llegar a ese momento se debe pasar por una etapa de institucionalización que iniciará el próximo año: en el primer semestre se construirá una matriz de competencias de todas las instituciones que son parte del sistema nacional de cultura y posteriormente se hará una fase de pilotaje.

“Cultura es el último sector del Estado ecuatoriano haciendo su transformación democrática”, indicó Rodríguez.

En este punto, Eduardo Puente, quien dirige la Biblioteca de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso, sede Ecuador) y preside la Asociación Nacional de Bibliotecarios Eugenio Espejo, resaltó el discurso articulador, sin embargo, se mostró escéptico frente a la respuesta de las otras instancias.

“La pregunta sería: ¿Hasta qué punto podemos garantizar el compromiso de involucramiento en esta tarea que va a emprender el Ministerio y cómo desde los actores sociales podemos hacer un seguimiento que no signifique una suerte de control, sino más bien que permita su participación real?”, analizó Puente.

En esta línea, la secretaria ejecutiva del Consejo Nacional del Libro de Chile, Regina Rodríguez, compartió la experiencia de ese país, cuya cifra destacable en la Cerlalc-Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) es de 5,4 libros leídos al año por cada ciudadano, frente a la de Ecuador, con 1,5.

Regina coincidió con Puente en que la única forma para que la política se ejecute es el involucramiento ciudadano: “Nosotros tuvimos una política que se quedó en el cajón. Se hicieron algunos programas de fomento lector no articulados, sin una visión de Estado que permanezca más allá de un gobierno. En una segunda etapa, además del sector público, la ciudadanía no solo debe demandar y proponer, sino también hacer su parte del trabajo que depende de los lectores y las asociaciones de escritores”.

El Riefacp y el Foncultura

La formación de bibliotecólogos, documentalistas, motivadores de lectura es otro de los ejes en los que se estaría trabajando para que todas las cadenas de valor de la cultura tengan una respuesta desde la educación. De esta manera se trabajará en conjunto con el Ministerio de Educación y la Secretaría Nacional de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación (Senescyt) en el Régimen Integral de Educación y Formación para las Artes, la Cultura y el Patrimonio (Riefacp).

Por otro lado está la protección de las industrias culturales nacionales, tomando en cuenta que los consumidores de libros en el país son reducidos. La propuesta desde la cartera de Estado es su fortalecimiento con capital semilla y períodos de intervención de la banca pública.

“Hemos trabajado en un crédito ablandado con un interés muy bajo para el sector editorial”, indicó la viceministra de Cultura. Se destinarían $ 5 millones para realizar préstamos no reembolsables y reembolsables a personas naturales y jurídicas que tengan proyectos de fomento al libro y a la lectura.

Ante la posibilidad de crear una editorial nacional estatal, la viceministra explicó que sí se ha planteado dentro del Plan de Lectura la necesidad de la edición de libros nacionales, pero que esos proyectos no deben competir con la editorial independiente, sino fomentarla. (I)

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