“Consumación”: un corto que nos confronta con nuestra fragilidad
Sin diálogos, narrado en primeros planos y planos insertos. “Consumación”, dirigido por X.B. Ruiz, (2012), está anunciado como la historia de un crimen pasional “contado desde la perspectiva de un periodista de crónica roja, como material ideal para primera plana, en un mundo donde la violencia y la superficialidad de la información son paradigmas”.
Y es que detrás de cada noticia de crónica roja existe un drama de seres de carne y hueso que el negocio de la prensa amarillista ha convertido en un espectáculo morboso que apela al temor a la muerte inherente al ser humano.
Se trata de un cortometraje de producción independiente (9m. 41s.), de carácter experimental en el que aquello que no ve el espectador en la pantalla, aquello que intuye más allá del primer plano, aquello que construye desde los silencios, es lo que va llenando, in crescendo, de mayor densidad la historia que se cuenta.
Como en un iceberg, aquello que está oculto del campo visual es la parte más compleja y dura de la historia narrada con fluidez. En ausencia de los diálogos, la música tiene una función semántica en el corto y, por tanto, rellena de significados intensos el drama de aquellos personajes que nos hablan aunque carezcan de voz.
La música, abstracción por excelencia, se convierte en texto que nos hace olvidar la ausencia de diálogos del cortometraje, gracias a la edición que conjuga la intensidad de cada exergo musical con la secuencia fílmica.
Lastimosamente, no se trata de música compuesta de manera especial para el corto sino de música clásica, acertadamente escogida eso sí, pero que da cuenta de una carencia artística en la composición del cortometraje.
Los primeros planos y los planos insertos son, por lo general, planos cortos que nos van describiendo los elementos complementarios de la historia. Los planos secuencias que corresponden, casi siempre, a la narración hecha por las cámaras de seguridad nos permiten prescindir de los diálogos.
En ese sentido, el director se excede un poco en el plano del marido que llora desconsoladamente asido a la mano de su esposa muerta. Si bien se trata de un momento intenso del corto, su extensión contrasta con la del resto de las escenas; es, justamente, por el dolor condensado de aquel instante que su extensión se vuelve aún más notoria.
Sin embargo, esta última apreciación mía tiene que ver con el hecho de ser, en la vida real, el padre de la actriz que interpreta a la esposa que yace muerta sobre la cama. Mientras el público contempla la mano y la muñeca de una mujer muerta, acariciada por su marido desconsolado, yo contemplo el lunar de nacimiento de mi hija.
Pero esta reflexión es absolutamente personal y la introduzco en este comentario nada más porque mientras contemplaba el corto, que de por sí es doloroso, sentí una angustia profunda que se manifestaba en la sequedad de mi boca y la humedad de mis ojos.
Somos, al igual que el periodista de crónica roja, mirones de un drama que no por repetido en los diarios de crónica roja deja de conmovernos.
Y es que el corto termina construyendo una historia paralela al drama que narra: la perversidad del mirón cuyo trabajo se alimenta del drama de las personas que son arrebatadas de la vida por la muerte que se cuela de manera violenta en su cotidianidad.
Pero todos nosotros somos también ese mirón que asiste a la muerte como espectáculo, tal como circula en las primeras planas de los periódicos de crónica roja.
El cortometraje “Consumación”, dirigido por X.B. Ruiz, es un filme cuyo sentido de la experimentación obliga al espectador, desde un tipo de historia ya cotidiana en la crónica sangrienta de la prensa amarillista, a enfrentarse con la fragilidad humana, que, en definitiva, es su propia fragilidad.