“La Ley de Fomento Cinematográfico nos está quedando corta”, dijo el director del Consejo Nacional de Cinematografía, Juan Martín Cueva, en un conversatorio frente a un público sediento de respuestas sobre la gran interrogante: ¿A dónde va el cine nacional?

Las producciones cinematográficas estrenadas este año superaron la cifra del anterior, que a su vez fue un hito en cuanto a estrenos, pero su público se ha reducido gradualmente. En el trabajo de titulación ‘Cine ecuatoriano: pasado, presente y futuro’, David Guzmán muestra el caso de Multicines, en Quito, donde del 100% de las entradas vendidas durante el fin de semana de estreno de las películas nacionales mejor comentadas no alcanzaron más del 4% del total del público de la taquilla.

¿Cuál es la razón? Pues hay varias. Algunos realizadores reflexionan sobre la oferta de las producciones locales, que, a pesar de que se han diversificado, aún están cargadas de historias que no logran empatar con el público; además, según apunta Cueva, las formas de circulación han cambiado y posiblemente muchas de las películas que se estrenan en salas tendrían mejores resultados fuera de ella. A esto se suma una falta de regulaciones para su sostenimiento en las salas de cine. “Nuestras películas en cartelera compiten con aquellas que tienen una inversión en publicidad enorme, nosotros no tenemos eso”, dijo Jorge Luis Serrano, el primer director que tuvo el Consejo Nacional de Cine y exviceministro de Cultura.

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El incremento de las producciones en el país está directamente relacionado con la aplicación de la Ley de Fomento del Cine Nacional. Desde 2006, año en el que se expide la ley, se pasa del estreno de 2 trabajos de largometraje en salas a alrededor de 17 producciones, que se estrenaron durante 2014.    

Sin embargo, tal como comenta el cineasta Camilo Luzuriaga en un texto del suplemento culturalCartón Piedra, Dos para el camino fue el único estreno en salas del cine ecuatoriano en 1980, luego de tres décadas y  obtuvo alrededor del 10% de los espectadores, La tigra en 1990, Ratas ratones y rateros en 1999 y 2000, y Qué tan lejos en 2006, obtuvieron cada una de ellas alrededor del 5% de los espectadores. Sin embargo, en 2013, las 13 películas estrenadas no lograron más del 2%.

Este año, Ochentaysiete, de Anahí Hoeneisen y Daniel Andrade, es la película que alcanzó el mayor número de espectadores a nivel nacional con un total de 13.500; Cuando en 2012 Pescador, de Sebastián Cordero, llegó a los 100 mil asistentes. Este año la asistencia a las salas no pasó de esa cifra. A esto se suma que las películas ecuatorianas en las carteleras comerciales duran menos de una semana en horarios en los que el nivel de espectadores es de por sí bajo, entre 14:00 o 15:00.

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María Emilia García, directora de la película La descorrupción, presentó los primeros días de diciembre el ‘Estudio del comportamiento del mercado cinematográfico ecuatoriano en 2012 y la injerencia de la realización de planes de negocios en la generación de ganancias’. Según García, los productores no están pensando el cine como una actividad rentable. “Ya no es novedad el estreno de una película ecuatoriana, ahora también tienen que ser buenas”, dice García.

Según Cueva, “de algún modo hay una ‘comodidad’ en el sentido de que lo que se hace no depende de la taquilla”. En ese sentido, considera que mucho de lo que se hace depende exclusivamente de los fondos del CNCine sin que haya una búsqueda de auspicios del sector privado. Además, dice que la ley fue creada en otro momento y ha cambiado radicalmente el sector, la manera de producir, la realidad tecnológica de la circulación. “Creo que hay que cambiar sin que se vuelva algo que apunte solo a los proyectos más vendibles, si no, nunca va a crecer la inversión privada en cine”.

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