Durante la Rueda de Negocios del DVD, realizada en Manta, una profesora española de una universidad de Portoviejo planteó que tal vez la comercialización de películas en discos quedaría obsoleta en menos de diez años.

Ahora, cuando más de la mitad de las más de 200 pantallas de cine que existen en Ecuador funcionan con proyectores de celuloide, el mismo debate se traslada a las salas de cine comercial.

El primer encuentro “Realidad y futuro del cine ecuatoriano”, que se inaugura hoy, a las 08:00, y durará hasta mañana, tiene un programa de dos jornadas de discusión sobre el panorama de la industria cinematográfica en el país. El evento se llevará a cabo en el Centro de Arte Contemporáneo de Quito (Luis Dávila y Valenzuela).

Organizado por el Consejo Nacional de Cinematografía (CNCine), el encuentro busca discutir el panorama de la digitalización del cine y el apagón analógico.

Jorge Luis Serrano, director ejecutivo del CNCine, pinta un poco el panorama: en Ecuador existen 230 pantallas de cine. De ese número, el 40% está adaptado a la proyección digitalizada y el 60% restante sigue trabajando con el celuloide, un material que no en mucho tiempo -afirmó- dejará de ser fabricado. Son cosas del mercado.

La idea también es buscar vías para ayudar a salas de cine independientes -como OchoyMedio, de Quito- a encontrar formas de financiamiento que les permitan pasar por esta transición.

Según Serrano, la digitalización de la sala podría costar entre $ 150 mil y $ 250 mil. El funcionario explicó que el mecanismo común para financiar estas transiciones es una tasa de servicio llamada Virtual Print Fee (VPF), que cobran las salas a los distribuidores durante un período determinado.

Al encuentro, además de productores y realizadores de cine ecuatoriano (Camilo Luzuriaga, Fernando Mieles), acudirán funcionarios públicos involucrados con el sector y los argentinos Ariel Direse y Carlos Olguin-Trelawny.

Direse coordina el programa de digitalización de más de 800 salas (entre estatales y privadas) que lleva a cabo el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa) de Argentina. Su conferencia, que será dictada mañana, a las 08:30, se titula “Digitalización cinematográfica en Latinoamérica: realidades y desafíos para la soberanía tecnológica regional”.

Por su parte, Olguin-Trelawny, delegado de la sociedad de Directores Argentinos Cinematográficos (DAC), dicta hoy, a las 16:00, la charla “Autores audiovisuales frente a la legislación de propiedad intelectual: la experiencia argentina”.

Sobre el desarrollo que ha tenido el cine en Ecuador en los últimos años, Olguin-Trelawny dijo que sus colegas ecuatorianos “gozan de un momento histórico en lo político que les es increíblemente favorable y ojalá lo sepan aprovechar”.

Y es que el encuentro pretende plantear un panorama completo del funcionamiento del sector, con miras a las reformas que serán planteadas a la Asamblea Nacional en el próximo período legislativo.

Durante los dos días, se organizarán mesas de diálogo con directores, productores, distribuidores y demás actores del audiovisual a nivel nacional, para esbozar una evaluación de los 6 años de existencia del CNCine.

Serrano enfatizó la necesidad de que el CNCine tome un rol más activo como un ente regulatorio. Se refiere a una relación más directa con las salas, pues el cine vive ahora un proceso de transición con el Estado. “Nosotros proponemos un nuevo modelo que amplíe las competencias regulatorias”.

Desde inicios de la década pasada, la apertura de salas de cine en Ecuador ha mantenido un aumento de entre el 5% y el 6% anual.

Según datos del CNCine, se venden cerca de 14’000.000 de entradas a proyecciones de películas en Ecuador cada año. En contexto: es como si cada uno de los ecuatorianos fuera una vez al cine por año.

Pero las cifras revelan -además- que ese público representa solo un 20% de la población del país. Es decir que, en promedio, cada persona que va al cine lo hace 5 veces al año. Una vez cada 10 semanas.