Cine emergente desea alcanzar otros espacios de distribución
La arquitectura de Manta no ha terminado de pasar por la transición en que el folclore se convierte en urbanismo. Podría decirse lo mismo del cine emergente, que entre el martes y el jueves se discutió en el Museo del Banco Central y el MAAC Cine de esa ciudad.
Mucho se ha dicho del desarrollo de la producción nacional, con cada vez más estrenos, en parte gracias a nuevas políticas públicas y la existencia de entes estatales, como el Consejo Nacional de Cine (CNCine).
Pero existe otro cine. Una leyenda urbana dice que se calcula que se han vendido más de 1’000.000 de copias de “Sicarios manabitas”, película de Fernando Cedeño, que nunca llegó a las salas y se distribuye en redes piratas.
Recientemente Ecuador inició un proceso de protección de derechos de autor, pero todavía se consigue. “Anda a Tarqui y pregunta. Debes tener cuidado: ya no las venden tan fácil”, dice Cedeño.
Es cierto. En Tarqui, un mercado que vendría a ser en Manta como la Bahía en Guayaquil, ubicado cerca del MAAC Cine -donde se exhibió esta semana una selección de películas emergentes-, se pregunta a una vendedora de DVD por Sicarios manabitas”.
“No tengo aquí, pero ahora la traigo”, dijo. Dio vuelta a la cuadra y volvió al cabo de 5 minutos. Llevaba la caja en la mano, pero también traía la cara de alguien a quien le habían advertido algo. No quería venderla. “Es que está prohibido. Ahorita hay una reunión aquí -Manta- de los productores... No me vaya a meter en relajos”. Al final la vendió. A un dólar.
Ese otro cine, que circula libre de control afuera de salas comerciales, es llamado por una publicación de OchoyMedio como “bajo tierra”.
Son películas de bajo presupuesto que llegaron a los ojos de las élites culturales a partir de “Más allá del mall”, documental de Miguel Alvear con toques de ficción que cuenta la historia de una serie de cineastas amateurs de Chone y Durán.
“Ecuador bajo tierra” se convirtió en un festival. La semana que pasó inició su segunda edición en el MAAC Cine de Manta, para continuar esta semana en Guayaquil y terminar en OchoyMedio (Quito), espacios que suelen proyectar cine independiente y de autor.
En el festival se organizó la Rueda de Negocios del DVD. El Ministerio de Cultura y el IEPI aprovecharon el espacio y la propuesta de Mariana Andrade y Miguel Alvear, de OchoyMedio, para promover mesas de negociación con miras a generar redes de distribución, pese a que, como indicó Pablo Mogrovejo, de la Dirección de Cine de la Subsecretaría de Emprendimientos del Ministerio de Cultura, el DVD es un medio en vías de extinción.
Lo dijo mientras en unas 10 mesas en el Museo del Banco Central había fabricantes de DVD, diseñadores gráficos, distribuidores y comerciantes que recibían a los realizadores para cerrar acuerdos.
Entre ellos estaban el realizador guayaquileño Luis Delgado (“Por un puñado de oro” Ruta Sur) y el esmeraldeño Elías Cabrera (“La Tunda”, Cine de la Cuadra). Ambos proyectan filmes en el festival.
Cedeño optó por vender no solo la licencia para la distribución, sino también el DVD y la caja. “Así evito que me ofrezcan pagarme por película vendida”.
Más allá, Narcizo Conejo negociaba en kichwa con Antonio Pomaquiza, presidente de Asavip, asociación de comerciantes que funciona en la sierra y costa norte.
Y mientras en la Rueda se discuten temas económicos, otro asunto ha quedado relegado del debate: qué sucede con la calidad de estas producciones. El catedrático francés Emanuel Vincenot, que ha estudiado el fenómeno del cine emergente en México (o narcocine), explicó que estas películas de “Cine B” suelen estar salpicadas de errores de guión, de script y fallas técnicas.
Hay una carga autocrítica entre estos realizadores. Algunos, como Cabrera, prefieren capacitación antes que fondos estatales para sus filmes (estos últimos les son muy difíciles de conseguir porque les exigen garantías). “Porque yo quiero ser mejor que Steven Spielberg”.
Dice Alvear, que colabora con Cedeño en la producción -aún incipiente- de “Sicarios manabitas 2”, que le interesa más bien subrayar esas “fallas”, para generar nuevos lenguajes desde estas películas, “aunque eso demanda todo un proceso de negociación con Fernando”.
Coincidió Vincenot: “Esta narrativa, aparentemente llena de errores, es aún capaz de sorprenderme, a diferencia del cine que usa modelos de representación convencionales”.