“El Che Guevara fue muerto en República Dominicana. Lo dijo un arquitecto norteamericano, que estuvo detenido en Cuba, quien manifestó que sabe dónde está sepultado”, esta noticia, publicada en diario EL TELÉGRAFO el 22 de enero de 1966, reflejaba la gran incógnita que había en torno a la figura del comandante  Guevara, de quien, en aquella época,  se sabía que ya no estaba en Cuba, pero su paradero era un misterio.

Lo cierto es que el comandante Ernesto Guevara, desde el 19 de abril de 1965, se encontraba en África,  a donde había ido respondiendo a la solicitud de ayuda de las guerrillas nacionalistas del  Consejo Supremo de la Revolución del Congo, que combatían el  régimen de  Moise Tshombe, uno de los principales implicados en el asesinato del líder congolés Patrice Lumumba. Luego del cese de las acciones militares en el Congo, el “Che” permanecería algún tiempo más en el continente africano, mientras en Cuba se preparaba el grupo que habría de acompañarlo en su campaña de Bolivia, su destino final.

El “Che” se quedó un tiempo en África, mientras en Cuba se alistaba el grupo que combatiría en BoliviaLo que el mundo no sabía era que cuando el comandante Guevara abandonó la isla  para ir hasta África a combatir, ya había tomado la decisión radical que se la comunicó a Fidel mediante una carta en  la que  señalaba: “...otras tierras del mundo reclaman el concurso de mis modestos esfuerzos. Yo puedo hacer lo que te está negado por tu responsabilidad al frente de Cuba y llegó la hora de separarnos. Siento que he cumplido la parte de mi deber que me ataba a la Revolución Cubana en su territorio y me despido de ti, de los compañeros, de tu pueblo que ya es mío. Hago formal renuncia a mis cargos en la dirección del partido. En los nuevos campos de batalla llevaré la fe que me inculcaste, el espíritu revolucionario de mi pueblo, la sensación de cumplir con el más sagrado de los deberes; luchar contra el imperialismo dondequiera que esté. He vivido días magníficos y sentí a tu lado el orgullo de pertenecer a nuestro pueblo en los días luminosos y tristes de la crisis del Caribe...”. A la isla solo volvería fugazmente (y en secreto) en julio de 1966, de paso para Bolivia.

Sin embargo, a la par de su imagen de combatiente heroico e internacionalista, habría que añadir su calidad de intelectual lúcido como señala el filósofo argentino Néstor Kohan, quien rescata al “Che” como uno de los más importantes renovadores del pensamiento marxista de Latinoamérica, luego de Mariátegui.

Kohan afirma que desde 1959 hasta su muerte, el marxismo de Guevara ha evolucionado y sus escritos denotan la búsqueda de una nueva vía al socialismo. Pone como ejemplo del “carácter antidogmático” del “Che”, el cuestionamiento (en “Notas para el estudio de la Revolución Cubana”, 1960) de algunas aseveraciones de Marx respecto de América Latina;  su interpretación de Bolívar; o,  el análisis de México, con Engels, dando por ciertas algunas teorías de las razas o nacionalidades inadmisibles hoy”.

Su periplo para alcanzar Bolivia está lleno de peripecias: Transformado físicamente sale de Cuba portando un pasaporte a nombre de Luis Hernández. Primero pasa por Moscú luego se dirige a Praga con pasaporte uruguayo, a nombre de Ramón Benítez. Viaja a Viena y desde ahí, con otra identidad -como el  comerciante uruguayo Adolfo Mena González- va a Brasil y de ahí hasta Bolivia, a donde llega en noviembre de 1966. Inicia  entonces, junto con otros combatientes, su última campaña internacionalista de liberación. El 8 de octubre de 1967 es capturado y asesinado, al día siguiente, por el Ejército boliviano, en el poblado La Higuera.