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El Telégrafo
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"Siempre hemos compartido a Chabuca Granda con el mundo entero"

"Siempre hemos compartido a Chabuca Granda con el mundo entero"
comercio.pe
03 de septiembre de 2020 - 03:00 - Isabel Hungría

Amigable y gentil, Teresa Fuller Granja se da un espacio en su apretada agenda para conversar con diario El Telégrafo. El centenario del natalicio de su madre, Chabuca Granda, la hija predilecta del Perú, ha concitado el interés de los medios de comunicación de todos los países hispanoamericanos, de ahí que ante las entrevistas que ha ofrecido por estos días haya paladeado el néctar de la popularidad y el brebaje de la fatiga, pero siempre con buen humor y una palabra cortés.

¿Cómo era María Isabel Granda y Larco? 

Fue una madre ejemplar, madre y padre. Tierna, dulce. Muy cariñosa pero no permitía la mentira ni la malacrianza. Mi mamá se divorció y fuimos a vivir con los abuelos, donde se nos dio una educación a la antigua, escuchando tertulias de sobremesa maravillosas. Como hijos al principio no nos dábamos cuenta de lo que era mi mamá; ella iba a la escuela como Isabel Granda, no como Chabuca.

Cuando empecé a acompañarla a las giras internacionales me di cuenta de lo famosa que era, con fotógrafos y seguidores detrás de ella pidiéndole autógrafos todo el tiempo. En Lima no podía darme cuenta de lo famosa que era porque debido a sus ocupaciones salíamos muy poco juntas.

Era extrovertida, mi tío Eduardo, el mayor de sus hermanos, era su "pata" del alma; más que amigo, confidente, a pesar de que ella era cuatro años mayor que él. Eran cuatro hermanos: Eduardo, José, César y ella. Mis abuelos venían de Asturias, por los Granda, y de Italia, por los Larco. Mi mamá era la mayor. Y nosotros somos tres: Carlos, Eduardo y yo. Mi abuelo se llamaba Eduardo; somos la familia de los Eduardo.

¿Cantaba en casa? 

Más que cantar componía en casa, en las noches, para evitar ruidos, interrupciones. Componía en la noche, cuando no sonaba el teléfono ni el timbre. Apagaba la luz y se iba a dormir a las 07:00 de la mañana, cuando íbamos al colegio. Despertaba a la 01:00 de la tarde. 

¿Cómo nace la amistad entre Chabuca Granda y Victoria Angulo, la musa de La flor de la canela? 

Ella y Victoria Angulo eran amigas desde niña, desde que vino a casa, no fue su lavandera, nunca. Se hicieron muy amigas; era afable como mis abuelos.

Cuando necesita escuchar a su madre, ¿qué canción pone? 

Todas las instrumentales de Chabuca. Ella pedía que no la pusieran cantando porque con la charla no podríamos escuchar su voz y la interrumpiríamos  (risas). Mis favoritas son "Mi ofrenda", "Pobre voz" y "Puño de oro".

Cuando ella murió usted tenía 35 años y a esa edad madre e hija, generalmente, llevan otro tipo de relación, quizá más consciente, más cómplice, más profunda. ¿En estos días la embarga la nostalgia? 

Siento que nunca se ha ido de mi lado, he ido avanzando en años, me falta tocarla, abrazarla. Cuando quiero verla la pongo en la televisión, en entrevistas. La extraño físicamente, ella tenía 62 años cuando murió. 

Chabuca Granda le compuso una canción a Guayaquil, ciudad donde nació  este diario, ¿lo sabía? 

Claro, tuvo una amistad entrañable con Patricia González (cantante guayaquileña). En una ocasión fui a la casa de Eloy Avilés (genealogista), en el barrio Las Peñas, allí en Guayaquil, y él me dijo: "siéntate ahí y mira por la ventana; allí, en ese banco, escribió tu madre 'Guayaquil, puerto abrigado'".

Patricia es cariñosa. Me trajo de Guayaquil una hermosa piedra pintada, que estaba en el balcón de Eloy Avilés; ella es encantadora, fue muy amiga de mi madre. 

¿Y con la española María Dolores Pradera cómo era la relación de su madre? 

Chabuca y María  Dolores no se podían ver decía la prensa. "Cuando Chabuca está en España, María Dolores está en México; cuando Chabuca está en México; María Dolores está en España" (risas), pero en realidad eran muy buenas amigas. María Dolores Pradera, Chabuca Granda y Atahualpa Yupanqui iban en una oportunidad en un auto en Madrid y María Dolores dijo: "Qué hermoso es conversar con ustedes". 

Chabuca Granda no es limeña, no es peruana, es Hispanoamericana. ¿Qué se siente haber tenido una madre admirada y respetada en tantos lugares? 

El mundo de la música es difícil, te pierdes los cumpleaños, el tiempo con la familia. Ahora me doy cuenta de eso. Desde que llegas a un país están los periodistas, las entrevistas, las fotos, los ensayos. Es un trabajo estresante; fuerte. El artista está condenado a la soledad, pero ese vacío hay que llenarlo. Vivo orgullosa de haber sido su hija.

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