Para estilizar las vasijas de barro, los artesanos emplean el método del golpeado con la huactana, que se ha mantenido en localidades como Jatumpamba, Pacchapamba, Olleros y Zhorzhán, en Cañar; Las Nieves y Sígsig, en Azuay; Saraguro y Cera, en Loja.

Cóncava y convexa o hembra y macho. Así se denomina a las huactanas, empleadas para dar forma a las ollas de barro mediante la técnica heredada de la época cañari.

Se trata de un trabajo de cerámica rústica, en la que no se utiliza el torno pues las piezas se forman únicamente golpeando, fijándolas con agua y quemándolas a cielo abierto.

Aurora Fernández, habitante de Pacchapamba, aprendió a moldear el barro a los 12 años. Sus padres, Manuel Fernández y Natividad Sigüencia, le enseñaron a extraer la tierra, purificar (cernir), preparar la masa con la arcilla y agua y pisotear o batir para compactar la mezcla.

Elaborar las vasijas sin instrumento más que sus manos “es un trabajo duro”, dice la artesana, que es la última de su familia que se entrega a esta labor. “Mis hijas me ayudan a traer el material, a preparar la tierra, pero ellas tienen sus trabajos”, relata la mujer.

Una vez lista la materia prima, la alfarera toma una porción de acuerdo con el tamaño de la olla que va a elaborar. Con sus manos va estirando y modelando el barro, dándole profundidad al objeto y una forma alargada.

Aquí es cuando entran en escena las huactanas, que se usan con la finalidad de dar el grosor b, compactar e ir creando la figura de la vasija.

Las huactanas también son elaboradas con barro cocido. Son una especie de martillo que caben en una mano. Con la huactana macho (convexa) se moldea la olla desde la parte interna y con la hembra (cóncava) se golpea desde la parte de afuera.

Luego de aplicar la técnica del golpeado, viene el proceso del llambur, que consiste en pulir la olla por fuera, también utilizando la huactana, para que quede lisa. Una vez terminado se orea tres días.

Transcurrido ese tiempo, se preparan las piezas para la cocción, que se realiza en un lugar abierto colocando piedras y formando una “tullpa” (fogón), sobre la cual se van ubicando las piezas de cerámica una sobre otra y por encima de todo se coloca una gran cantidad de paja.

El fuego debe durar desde la 18:00 hasta las 06:00 del día siguiente; en ese tiempo,  el artesano debe vigilar que la llama no se apague.

Con esta técnica se elaboran objetos como vasijas, ollas, jarrones, cántaros, tinajas, pailas, tiestos, macetas y adornos de varios tamaños. (I)

Una huactana precolombina fue hallada en Pumagungo

La producción de cerámica es una actividad heredada de culturas precolombinas. Los cañaris demostraron su destreza en este oficio utilizando la técnica de los golpeadores o huactanas.

Según una investigación del Sistema de Información del Patrimonio Cultural Ecuatoriano, Sipce, la única huactana registrada en un entorno arqueológico fue recuperada por el arqueólogo Jaime Idrovo, junto a un posible horno en la zona baja de las terrazas en Pumapungo, en un contexto cañari-inca.

“Idrovo establece en la fase Tacalshapa de la arqueología cañari del sur del Ecuador, el posible nacimiento y difusión de la técnica del golpeado”, señala la fuente.

Además, agrega que la ancestral técnica con huactanas podría ser la más importante de la Sierra sur de Ecuador que se ha mantenido, debido a su permanencia en determinados enclaves de la región. (I)