Participaron del espacio “Cultura al debate” el 14 de junio y tuvieron una de las últimas reuniones, el 29 de mayo, en la sede del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social en Guayaquil. Se trata de  la Asociación de teatreros Casa del Teatro, que, indica su secretario Pablo Maldonado, nace de 11 organizadores de la Fiesta del Teatro que obtuvieron la personería jurídica respectiva del Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES), el pasado 11 de abril, para unificar criterios entre artistas y así determinar una postura gremial  ante los proyectos de la Universidad de las Artes y Ley Orgánica de las Culturas.

Raúl Pintos, director del grupo Teatrofiados, señala que a la asociación a la que pertenece le preocupa no haber tenido mucho acceso a la   información de parte del Ministerio de Cultura sobre   en qué consisten estas empresas, a pesar de que reconoce  que el actual Gobierno “es previsor”. Milton Villafuerte, de la Cooperativa de Artistas La Rueda, que comparte su rol de  organización naciente en Guayaquil con la  Asociación de teatreros Casa del Teatro, precisa  que el arte popular, con  una trayectoria en la urbe, no ha muerto para nada y siempre estará vivo, en tanto y cuanto esté relacionado con las comunidades vivas.

Es decir,  para Villafuerte, que en el siglo XXI las artes ya no son potestad del creador ni del artista, sino que se plantea cada vez más el arte vivo: un creativo ya no presenta obras hechas sino que las hace en vivo y se fomenta la interactividad, considerando que la gente tiene mucho que intercambiar sobre el tema.

Pintos recalca que ha sido mediante los medios de comunicación, en particular El Telégrafo, que han conocido sobre ambos proyectos.

La ley de cultura  tiene una articulación a la Universidad de las Artes, y a través de conversaciones en las que cada uno comparte la información que maneja,  han conseguido averiguar cada vez más aspectos.

Pablo Maldonado agrega que en las reuniones han determinado, con ayuda de abogados, que la ley de cultura es beneficiosa para ellos en ciertos aspectos, y así mismo, no les convencen otros. Han hecho observaciones en materia de seguro social, de estabilidad laboral y de producción artística.

Su compañero Líder Ayoví, ex integrante del grupo de teatro Cimarrón, explica que como representante de la cultura afro la expectativa es que haya apertura para todos en la Universidad de las Artes y la Ley Orgánica de Culturas, a propósito de que ahora se habla de la interculturalidad y ya se sabe que Ecuador es un país multiétnico y pluricultural por  lo que el Estado debe   apuntalar  los pilares de las comunidades que hasta ahora han sido frágiles.

La misma apertura, sostiene Raúl Pintos, hay en la asociación, en la que existen  distintos discursos que aceptan sin  discriminar a nadie, y no admiten que el discurso de un grupo sea el que se aplique en todo Guayaquil.

Maldonado resalta que es difícil hacer el ejercicio crítico, hacer la reivindicación de todos los derechos, unificar los criterios, pero lo importante es que ahora hay un espacio para unificar diálogos.