Milenaria ciudadela Caral ejemplo para arquitectos modernos
Construyeron en tierras desérticas y respetaron las fértiles. No usaron armas ni murallas. Caral, una de las civilizaciones más antiguas del orbe, está en Perú, y arquitectos del mundo se inspiran en sus ruinas para edificar en armonía con el entorno.
Desarrollada entre los 3.000 y 1.800 años antes de Cristo, la Caral es la cultura madre de América. Caral, ubicada en el valle de Supe y a poco más de 20 kilómetros del océano Pacífico, es patrimonio cultural de la Humanidad de la Unesco desde 2009.
Las edificaciones están alrededor de dos plazas circulares hundidas. La ciudadela, considerada sagrada, tiene 25 asentamientos. Aún continúan las excavaciones, pero lo que se encuentra a la luz muestra edificaciones en armonía con la naturaleza y con una avanzada ingeniería.
Precisamente miembros de la Unión Internacional de Arquitectos, que agrupa a 124 países, firmaron allí el domingo la Carta de Caral, en un acto en el que participaron unas 1.000 personas. En el texto, se presenta esta ciudadela como un ejemplo de urbanismo y de armonía con la naturaleza.
El documento será enviado a la Cumbre sobre el clima (COP21) que se celebra dentro de tres semanas en París.
Arquitectos del mundo se reunieron en 1933 en Atenas y firmaron un compromiso sobre planeamiento urbano, y en Venecia en 1964, para la conservación de monumentos.
En 1977 se renovaron compromisos en Machu Picchu y, esta vez, la reunión se hace en Caral, como ejemplo para que futuros arquitectos edifiquen el mundo respetando su entorno.
"Recurrimos al pasado para ver cómo se ordenó la civilización hace 5.000 años, pensando en su compromiso con la naturaleza, con visión cósmica. Fue una cultura de paz y se toma como referente de las futuras generaciones. Tenemos un gran futuro", explicó el decano del colegio de Arquitectos de Perú y consejero de la Unión Internacional de Arquitectos, José Arispe.
Además, los habitantes de Caral eran conscientes de que habitaban un territorio sísmico. Por ello sus edificaciones tuvieron, en su base, unas canastas conocidas como "shicras", rellenas de piedras, que disipaban los movimientos telúricos y evitaban el colapso de la construcción.
"Se redescubre el trabajo de los arquitectos e ingenieros de la época, cuando no había instrumentos como el nivel y la plomada. Es alta ingeniería", agregó el arquitecto Arispe.
La ciudad no se amuralló y en las excavaciones no se han encontrado armas. Por el contrario, hasta allí llegaban, en una suerte de mercado o feria, habitantes de otras latitudes para el intercambio comercial.
Pescadores y agricultores, sus productos fueron intercambiados por moluscos spondylus del Ecuador -para hacer collares- o huesos de cóndores con los que fabricaron flautas traversas para sus orquestas. Fueron una sociedad festiva.
En Caral, además, pudo haber nacido el quechua, que luego fue la lengua de los incas. Su influencia incluso puede evidenciarse en las piedras escalonadas de Machu Picchu o geoglifos de Nasca.
Al final de 1.800 a.C, Caral fue golpeada por una prolongada sequía, que obligó a la población a emigrar. La ciudad fue sepultada por la arena.(I)