Flores de varios colores adornaron la tarde cuencana del pasado miércoles. Una tarde esperada para la quiteña Carla Badillo Coronado (28 años) desde octubre de 2011, cuando ganó el Concurso Nacional de Poesía César Dávila Andrade.

Lucía una casaca de cuero negra y un pantalón adornado con flores amarillas y rojas de distintos tamaños y formas. Estaba sentada en la primera fila del auditorio César Dávila Andrade, de la Universidad de Cuenca, mientras escuchaba las palabras de bienvenida al evento de parte de María Eugenia Vintimilla, una catedrática jubilada de la carrera de Lengua y Literatura del mencionado establecimiento, quien resaltaba el nivel que exhibieron los participantes en aquella edición.

Era el preludio de un acto de premiación de un concurso en el que participaron ecuatorianos de distintas ciudades.

Después de consagrarse como la ganadora del evento, hace dos años, Badillo recibió inmediatamente la primera parte de su premio ($ 5.000), pero quedó pendiente lo que para ella tenía trascendencia: la publicación del poemario Partituras incompletas (apuntes de música y otras obsesiones), en el que están plasmados sus textos líricos.

La obra. “Es como un hijo al que puedo conocer luego de dos años de su nacimiento”, expuso la poeta. En el certamen ella obtuvo el primer lugar -tal como expuso el jurado- “por el carácter unitario que posee el texto, por su escritura altamente lírica, poblada de imágenes de gran plasticidad”. Además, que pone en relieve el acertado uso de la intertextualidad y referencias musicales.

Previo al lanzamiento del texto de Badillo se presentó la novela El ABC de la niña Lola, de Oswaldo Encalada.

“Para ser sincera la noticia me sorprendió mucho. Era la primera vez que enviaba mis poemas a un concurso, arriesgándome, además, al que considero el certamen más prestigioso del país en este género, por lo tanto sabía, de antemano, que la posibilidad de perder era mayor. Pero me lancé. Y aquí estoy. Quizá es algo que me han enseñado los viajes, las carreteras desoladas, los trenes, los ríos, las montañas, los desiertos. Cuando estás en un cruce de caminos y debes decidir entre dos rutas desconocidas, es preciso avanzar, pues si te quedas parado por temor a lo que puedas encontrar del otro lado, si te parece muy grande lo que promete el horizonte, es probable que anochezca y acabes por perderte, incluso sin haberte movido…”, dijo esa noche.

Así es como la también narradora, traductora y bailarina de danza tradicional, concretó un paso en su recorrido, como dijo al final de la premiación, que abre las posibilidades para seguir escribiendo poemas y trabajar para el lanzamiento de otros manuscritos, como El color de la Granada y La poética del Error.

La poeta es periodista de la sección Cultura de diario EL TELÉGRAFO, desde agosto de 2013 y publica la columna Vagón 204 en el suplemento cartóNPiedra.