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Ecuador, 29 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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La cita de una generación que forjó mucho futuro y cambios

Lo dijeron Augusto Barrera y Lenin Moreno: la generación de la llamada “Guerra de los 4 reales” ha sido gestora de muchos procesos políticos, pero lamentablemente el origen de la misma no se había contado. Igual coincidieron muchos presentes en el acto del lanzamiento del libro de Francisco Herrera Aráuz, “Si callan los míos... gritarán hasta las piedras”, muchos de los cuales fueron actores y protagonistas de ese acontecimiento ocurrido en abril de 1978, cuando la dictadura de entonces elevó el pasaje del transporte público de un sucre a uno con cuarenta centavos y desató la rebeldía juvenil.

Al acto, realizado en la capilla del Centro de Convenciones Eugenio Espejo, llegaron quienes estudiaron en los colegios Mejía, Benalcázar, Montúfar, entre otros. Todos identificados, de un modo u otro, con la lucha estudiantil revolucionaria de esos años, que forjó, incluso, la retirada del triunvirato militar.

Y también fue la ocasión para el encuentro de quienes siendo luchadores de toda la vida, bajo las mismas banderas (en los 70 y 80, del MIR o el FRE) ahora se encuentran en orillas distintas. Por ejemplo, ahí volvieron a estrecharse las manos Gustavo Larrea con Lenin Moreno, Augusto Barrera y Miguel Carvajal. Entre los asistentes hubo mucho humor y nostalgia, recuerdos de aquellas épocas donde unos jóvenes, la mayoría adolescentes, fueron capaces de convocar a una revuelta a los pobladores de los barrios, paralizando toda la capital en alrededor de un mes.

Muchos de ellos coincidieron en que esa generación fundó un tipo de rebeldía que se ha sostenido durante estas últimas tres décadas, manifestándose de un modo u otro en distintas acciones, cargos, responsabilidades. Incluso algunos de los dirigentes del Gobierno actual formaron parte de esa generación y participaron en las también  llamadas “Jornadas de Abril”.

Al final del acto formal, tras los discursos del historiador de la ciudad, Juan Paz y Miño, del autor del libro, del Alcalde y Vicepresidente, los invitados comentaron pasajes del libro donde se destacan (a modo de periodismo histórico, con una carga enorme testimonial de muchos de los actores de esa “gesta revolucionaria”) la fortaleza política, el compromiso permanente y hasta la inocencia en su tarea, donde lo más importante era hacer la revolución que estudiar o trabajar, como a modo de broma comentó Lenin Moreno.

Ahí se encontraron compañeros de estudios en las aulas del Mejía como Milton Luna, Miguel Carvajal, Orlando Pérez, José María Borja, el propio autor del libro, entre otros. Y también militantes del MIR de esos años, como Adrián Bonilla, Soledad Puente, Manuel Pérez, Paúl Bonilla.

De ahí que resulta importante la lectura de este libro porque pone en alto un momento histórico, que sin haber “triunfado” gestó a toda una generación, mientras la que gobernaba y/o la que aspiraba a gobernar ni siquiera se había pronunciado sobre este hecho.

En el libro hay pasajes intensos y muy bien relatados de lo que ocurrió, de cómo la Policía actuó violentamente contra esos adolescentes, de cómo los barrios se encendieron, los vecinos se solidarizaban con los jóvenes, pero también de cómo los choferes negociaron con los dictadores para que el alza de los pasajes se sostuviera y jamás mejoraran el servicio.

Francisco Herrera Aráuz estuvo muy emotivo y alegre por su segundo libro. Brindó desde el corazón y su agradecimiento fue al mismo tiempo un reconocimiento al olvido en que se colocó este momento de la historia, particularmente de Quito, donde ocurrió la “Guerra de los 4 reales”. Paradójicamente los revolucionarios de esa época y de ahora se reunieron en un capilla que, como dijo Lenin Moreno, pocos la conocían.

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