Tres voces del metal argentino retumban en escenarios ecuatorianos
Tuvieron que pasar cuatro décadas desde que Alberto “Beto” Zamarbide (Buenos Aires, 1960) subiera a un escenario junto a la banda argentina V8 para que llegara a tocar en Ecuador. En ese período había forjado un estilo siendo barítono. No solo en esa banda, también en W. C., en Logos y, ahora, en Primal.
Pero la expectativa en el país no se cumplió del todo. La asistencia a su recital –en el Parque de las Diversidades– fue de unas mil personas, cuando el aforo es de tres mil. El ímpetu de los asistentes estuvo lleno de nostalgia, pero había algo que recordaba que todo debió haber sido más grande.
El repertorio se acortó por el permiso de Intendencia (hasta las 18:00), omitiendo temas como Brigadas metálicas, aunque estuvieron otros importantes como Ideando la fuga y, de Logos, En la ciudad violenta o Como relámpago en la oscuridad. El concierto del músico que ha compartido estudió con artistas de la talla de Rudy Sarzo –en el disco Generación Mutante, 1995– tuvo demasiadas consignas en el escenario, lanzadas por parte de la organización, y a demasiados organizadores caminando por allí.
Sin embargo, Zamarbide se fue agradecido, reafirmando que “el rock no tranza con ninguna política. El rock es un pensamiento libre, no está detrás de ninguna bandera”.
Y es con esa consigna que se ha forjado el metal argentino. De cuyo catálogo de bandas ya reconocidas volverán Tren Loco, para tocar con sus vecinos; Malón, en Guayaquil esta noche y en Atuntaqui, mañana.
Fundado en 1990, el Tren tiene como vocalista a Carlos Cabral (Buenos Aires, 1957), que es maestro de cantantes y cuando cumplió 60 años le dijo a la televisión argentina que seguirá sobre las tablas “hasta que la carrocería aguante”.
Con varias visitas al país, el registro de Cabral se mantiene intacto en canciones emotivas, como Endemoniado; otras con el tono de protesta y latinoamericano de 500 años ¿de qué? o la dulce Némesis (la vengativa).
“Ser rockero es nadar contra la corriente, es un desafío muy groso”, ha dicho el cantante, pero también que “nadie podría vivir sin música, que te da energía, te hace seguir. Sin ella estaría regando las plantas en un jardín, con panza y no con el pantalón negro, la campera de cuero que habla de la poesía de este género”.
Y si de registros agudos-rasposo se habla, también volverá Claudio O’Connor (Buenos Aires, 1963) –con Malón–, quien fue la voz de Hermética, en su momento la banda con mayor convocatoria de su país y que ha extendido los matices de su voz en una carrera solista que ya ha sobrepasado las dos décadas: una decena de discos grabados en estudio.
“Lo más importante es generar una obra, subir al escenario, animarte a decir o hablar de determinado tema, o de ninguno –le dijo a la revista Ultrabit–; y yo me subo para estar feliz”. Esa alegría es la que ha forjado la identidad de canciones como Tú eres su seguridad, de la H; la profundidad de 30.000 plegarias, de Malón o el groove de Reventar o morir, en O’Connor.
De voz inconfundible y capaz de hacer versiones de Black Sabbath, Almendra o The Beatles, Claudio tiene muy claro el oficio. Así lo resume: “Yo tengo que dedicarme a esto nada más, porque la gente que me va a ver y compra los discos me ve como un personaje. Y quiere eso, que esto sea lo único que hago. Es mi laburo, la gente paga entrada para verme”.
A Cabral y O’Connor se los podrá apreciar –desde las 18:00 de hoy– en el Club de Tropa de la Comisión de Tránsito del Ecuador (junto a la Terminal Terrestre de Guayaquil) pagando $ 25, como parte del Mar Rock Fest que incluirá Reencarnación, Tribus, Al Azif y Sarcasmo.
Mañana estarán en el Coliseo de Deportes de Atuntaqui –por $ 30– dentro del Imbabura Rock Fest, que iniciará a las 15:00 con nueve bandas locales. (I)