Los ensambles de rock sinfónico realizados en el país son, sobre todo, un acompañamiento, una hibridación cuyos ensayos toman algunas horas y cuya puesta en escena se ha montado en lugares icónicos: el Teatro Nacional Sucre, el Palacio de Cristal del Parque Itchimbía y, por primera vez esta semana, el Parque de las Diversidades.

“Resurgir”

El director venezolano Luis Castro explica a los músicos de la Orquesta Sinfónica Nacional del Ecuador (OSNE) que una de las versiones del tema “Enemigo”, de Madbrain, tendrá cinco compases finales.

La batuta da la señal y los instrumentistas los interpretan. Frente a ellos -en una especie de proscenio que se ha montado a una altura menor de la tarima del Palacio de Cristal- están los músicos de la banda de metal.
El cantante Washo Orellana cuenta, tras bastidores, que su segundo show sinfónico -que presentaron la noche del jueves 2 de agosto- será más extenso que el primero. Presentaron cinco canciones orquestadas y tres “eléctricas”.

“Trabajar con más de setenta músicos requiere de mucho trabajo”, dice en el cuarto mes de arreglos y ensayos.
El guitarrista Juan Fernando Saá trabajó de cerca con Castro para dar forma al ensamble. Orellana explica que el acople requiere matices, cierta tonalidad menor en los guturales y cantos líricos. “Enemigo”, “Aquí y ahora”, “Resurgir”,

“Tu verdad” y “El tiempo es hoy” cerraron el primer set al que le siguió, sin la orquesta, “Mientes” y “Respiro”.
Las canciones que interpretó Anima Inside el 3 de agosto fueron “It’s ain’t over”, “Believe”, “Hypnotized me”, “Dream Enough”, “Maybe” y “Attached”.

“Las luces de la ciudad”

FALC interpreta hard rock de una forma que se ha grabado en la memoria de un par de generaciones de metaleros ecuatorianos. A su primer sinfónico llegaron unos 1.500 espectadores y el grupo subió a las tablas con una vestimenta clásica. Brillaron “Las luces de la ciudad”, “Tiempo a destiempo” y “Cicatrices negras”.

El director Luis Castro, quien ideó el montaje de estos conciertos desde ediciones anteriores, comenta que ahora el repertorio sinfónico, como introducción y despedida sin bandas de metal, es de versiones de rock clásico (Queen, The Eagles, Bon Jovi, Scorpions...) y ya no de pop y rock, como antes. “La orquesta pasa a ser un elemento más ‘percusivo’ y de definición de ritmo que de melodía”, destaca.

El baterista Paúl Sánchez, de Abadon, explica que las partituras sobre las que trabajaron los temas “Abadon”, “Esclavos del fuego” y “En busca de tu nombre” fueron los iniciales, como se pueden escuchar en sus discos, pese a que el paso de los años ha hecho que vayan reformándose.

“Morenita”

Al mediodía del martes 7 de agosto, Castro pide que Abadon suba al escenario de la Casa de la Música para un ensayo que no sobrepasará la media hora. En una de las butacas está Darío Javier Cahueñas, vocalista de Resistencia, otra de las bandas que estrenó su sinfónico esta semana.

El 9 de agosto, Resistencia presentó cuatro temas, uno, interpretado sin ensamble fue “Palestina”, de su obra más reciente, que lleva por título el nombre de la banda, al igual que uno de sus temas sinfónicos que presentaron junto a “Embaucador” y “Heridas de amor”. Cahueñas cuenta que su banda afina en re, pero hay tesituras de los arreglos por los que tiene que variar la forma de interpretar ciertos pasajes.

Los instrumentos andinos que emplea el cuarteto Curare se acoplaron a oboes (melodías y armonías acompasadas) y a violines que acentuaban las notas de las guitarras. “Hay peso, más Groove en lugar de velocidad”, dice Juan Pablo Rosales, quien interpretó “Taita Imbabura”, “Morenita” y “Tinku”, las más representativas de sus discos de estudio, una de cada uno. (I)