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Música Híbrida, la voluntad de persistir

Los colombianos Cromlech (foto) han trabajado con Música Híbrida, además de sus vecinos: Masacre, Under Threat, Daemoniac o Satanik Pussy Impalers.
Los colombianos Cromlech (foto) han trabajado con Música Híbrida, además de sus vecinos: Masacre, Under Threat, Daemoniac o Satanik Pussy Impalers.
Foto: Cortesía / Cromlech
28 de febrero de 2020 - 00:00 - Leo La Cabra Zaldumbide

Vivir de la música extrema en Ecuador es una quimera. Por eso, fuera de colaboraciones puntuales, todo el peso de la productora Música Híbrida cae sobre los hombros de Marco Oviedo, quien ha compaginado la carrera de ingeniero químico con su actividad como promotor musical.

Tras casi medio centenar de producciones de bandas locales e internacionales y con un buen número de eventos extremos de calidad, su sello es uno de los referentes en el rock nacional.

La idea surgió a fines del siglo pasado, cuando conseguir noticias sobre las bandas y sus álbumes era cuestión de fomentar redes e intercambios. Había trueques musicales hechos por un grupo de amigos en los barrios América y La Gasca.

Marco lo recuerda así: “En 1996 nace nuestro primer sello, Dream Age. Fue una cuestión de amistad que se inició en el colegio con Rubén Barros -actual representante de Talent Nation- y Dani Molina -baterista de Total Death-”.

El primer lanzamiento fue el EP Silencio de soledad, de la banda de Molina. Publicaron apenas 100 copias, pero después editaron 300 de Bajo el mismo extraño cielo, también de Total Death.

Antes de que existieran mejores formas de producción y equipos, la labor de estas incipientes discográficas consistía en una búsqueda constante de espacios y oportunidades para poder grabar.

“El primer disco completo que hicimos fue grabado en Medarluz, de Don Medardo y sus Players (...) Una vez pagamos el estudio en El Árbol, un sello regentado por evangélicos, pero no tuvimos contrapunto a pesar de su sorpresa. Grabamos un EP en 24 pistas, en DAT. Hay pocos ejemplos del uso de ese tipo de tecnología en estudio para el metal de esa época”.

Mientras Rubén editaba el mítico Flagrum Zine, Marco logró poner en marcha una línea de distribución que logró intercambiar música de Total Death con sellos de todo el mundo. Para eso también vendió algunos instrumentos.

“Cada vez se han ido profesionalizando los trabajos; antes había precariedad, y aún así se podía hacer circular grabaciones porque eso es lo que había”, confirma el productor. “Aquí y afuera la gente pugnaba por encontrar cosas nuevas, con arte, calidad, concepto; ahora creo que esa emoción se ha perdido. Aunque sigue siendo importante ser profesional”.

En marzo de 1998, Música Híbrida reeditó el disco Concebidos en tierra bastarda, de los latacungueños Tocata y Bulla, uno de los puntales del metal extremo de época. Ese disco marcó el surgimiento definitivo del sello y la consolidación de sus procesos.

“Editamos 500 copias, nos fue bastante bien. Llegó a distribuirse en Nuclear Blast -de Alemania- y Relapse -de EE.UU.-; estuvimos a punto de llegar a las grandes ligas, pero la banda se separó”.

La amistad como método

El de Música Híbrida es un trabajo comunitario que se sustenta en la cooperación. “No hay una metodología de trabajo, todo surge en el contacto”, explica Marco Oviedo. “El proceso de edición es complejo, requiere el análisis crítico de las propuestas musicales y buenas dosis de simple hedonismo”.

De esa forma el sello abarca gran cantidad de estilos y propuestas. “Nos mueve el gusto por la música, por sus distintas expresiones, y consideramos que hay que derribar ese sectarismo que suele presentarse en el público de metal”.

Editaron el disco The Healer, de Santo Rostro, banda española de stoner rock, “que está dando mucho de qué hablar hoy en día; siempre es grato explorar terrenos novedosos”. Hay además un respeto absoluto por el proceso creativo de las bandas.

En cuanto a las obras, si bien se pueden hacer sugerencias, las decisiones conceptuales, artísticas y compositivas son potestad de los artistas. Y en cuanto al proceso de producción, depende de cada caso: en ocasiones se trabaja con grabaciones acabadas y en otras se parte de la generación del concepto base.

Con Pandemia (República Checa), por ejemplo, se coordinó la edición local del disco Riven, y Música Híbrida fue parte de su gira sudamericana. Otras bandas extranjeras han sido incorporadas a través de coediciones. “Defendemos la esencia ‘Do it yourself’ (hazlo tú mismo)”.

¿Se puede hablar de escena en Ecuador?

El tamaño del mercado y el perfil de los consumidores de rock en el país determinan que, para sobrevivir, sea necesario recurrir a estrategias ingeniosas que se adapten a los tiempos, dinámicas y gustos de los públicos.

“El sello siempre está tambaleando -suelta Oviedo-; cualquier edición puede ser la última, sobre todo por el tema monetario. Pero la pasión es lo que ha mantenido todo a flote”. La distribución local representa otra dificultad: hasta hace unos años, los lanzamientos de Música Híbrida se encontraban en tiendas locales, pero ahora usan mecanismos de distribución directos, mucho más eficaces.

“Hay pocas tiendas que arriesgan, que asumen la responsabilidad de distribuir música local, teniendo en cuenta que es un negocio y que debe funcionar con réditos para todos”. Parece que editar música física en tiempos de descargas, de singles y de virtualidad es un suicidio, pero Oviedo no es fatalista.

“Hay gente que compra, no masivamente, pero hay. Yo compro material aunque haya descargas o música online porque entiendo lo que implica producir; comprendo el trabajo de cada artista”.

El problema real entonces surge de la idea misma que tenemos del rockero local. Se habla de escena, de movimiento, pero en muchos casos la realidad da cuenta de un grupo minoritario y de un mercado restringido.

“Escena implicaría un mercado autosustentable, con público constante que no tenemos. Acá hay un movimiento reducido, grupos de personas que tienen gustos y afinidades. No hay algo así como una escena que permita que los emprendimientos surjan. Y hay otro mal general: incluso ese pequeño movimiento aparece dividido”.

Como fuera, Música Híbrida no ha restringido su trabajo a la edición y lanzamiento de discos. Organiza eventos internacionales a través de la escucha y difusión de referentes musicales que otrora parecían inalcanzables. Y eso que montar eventos de metal da pocos réditos.

“Para que un concierto underground tenga un sonido contundente y un local adecuado se necesitan al menos 300 personas. En la mayoría de shows no se llega a ese número de asistentes”, sostiene Marco, que realizó eventos como el de Rotting Christ.

“Con los excedentes de ese concierto sustentamos las pérdidas que han dejado otros. La idea no es volvernos millonarios, sino generar mejores shows con un público constante”.

Lo que viene son las ediciones en serie digipack de los colombianos Cromlech y de Under Threat, además del debut en larga duración de los poderosos death metaleros nacionales Sucurbenoth, que se presentarán con los polacos Mgła, el miércoles 11 de marzo, en la Sala Demetrio Aguilera Malta, de la Casa de la Cultura Ecuatoriana. (F)

Música Híbrida ha producido los shows de Terrorizer, Rotting Christ, Immolation, Incantation y Uada.

Los tirajes de cada título son de 300 o 500 copias. Pero hay que mantenerlos “sea cual sea el camino para ello”.

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