En la reunión que tuvimos un grupo de dirigentes de Unidos y Organizados con el ex presidente Lula, nos dijo que tenía puesta toda su energía y su expectativa en la elección de San Pablo, por eso volvería inmediatamente a esta ciudad después de exponer en el coloquio de IDEA.
El triunfo de Fernando Haddad en la segunda vuelta, en los comicios para alcalde de la ciudad de San Pablo, termina de redondear una gran elección para el partido de los trabajadores y sus aliados. Ya en la primera vuelta, el PT había sido el partido más votado por los brasileños, con 19’500.000 votos -2 millones más que en la última elección-, consiguiendo 628 alcaldías, 78 más que la última vez.
El Partido Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), principal aliado en el gobierno de Dilma Rousseff, obtuvo el segundo lugar con 17 millones de votos. Sumados estos dos partidos al partido Socialista, la coalición del gobierno que preside Dilma cuenta con la mayoría de los votos y dirige la mayoría de las ciudades. Pero el triunfo de Haddad tiene un sabor especial porque superó a José Serra, la principal figura opositora y máxima dirigente del Partido de la Social Democracia Brasileña PSDB.
Haddad era prácticamente un desconocido para la mayoría de la población paulista, a pesar de que había dirigido el MInisterio de Educación en el gobierno de Lula. El ex presidente tuvo que hacer un gran trabajo de respaldo a su candidato para posicionarlo, el esfuerzo tiene que ver con generar una nueva camada de dirigentes del PT.
El partido fundado en los 80 con la confluencia de líderes sindicales combativos, religiosos integrantes de la Teoría de la Liberación, intelectuales de izquierda y ex guerrilleros, había gobernado en dos ocasiones esta ciudad de 20 millones de habitantes, pero hace 8 años que no conseguía buenos resultados, por eso el desafío era muy grande, además de ser un test electoral hacia 2014, ya que José Serra estaba siendo preparado por la derecha brasileña para volver a ser candidato a presidente y un triunfo en San Pablo lo dejaría en inmejorables condiciones.
Pero este triunfo tiene un significado especial. Así nos lo relataba y nos lo expresaba con énfasis en la reunión el ex presidente Lula porque fue obtenido bajo el fuego de una agresión pocas veces vista por su ferocidad y por su magnitud contra el Partido de los Trabajadores. Sin mediar prueba, la Corte Suprema Brasileña, por seis votos a cuatro, condenó a dos históricos dirigentes del PT, José Dirceu y José Genoíno, por “comandar una pandilla” que compraba votos de legisladores en un juicio conocido como el Mensalo.
En el propio voto de los jueces de la ajustada mayoría reconocen que no hay elementos probatorios, pero que “los jefes no podían ignorar lo que estaba sucediendo”. La oportunidad del juicio (justo en plena campaña electoral), la profusa y capciosa difusión que les dieron los medios de comunicación, la aparición de testigos (que nunca daban el nombre ni la cara) que decían que Lula sabía todo, la instalación Celso Russomanno, un candidato desconocido, pero que tenía todo el respaldo mediático, un derechista escondido detrás de la religión evangélica y que despotricaba contra toda la política y los políticos, les hizo creer que el PT iba a sufrir una derrota al ni siquiera llegar a la segunda vuelta y abriendo la posibilidad, entonces, de cargar contra el propio Lula y la presidenta Dilma Rousseff.
El pueblo brasileño y el pueblo paulista demostraron que no es tan sencillo como sueñan enlodar la historia del PT y el prestigio de Inacio Lula da Silva, ni tan grande el poder de los grupos mediáticos. Los resultados de ayer, los de la primera vuelta y el triunfo del presidente Chávez hace tres semanas nos hacen ver que el proyecto transformador en Sudamérica goza de buena salud, y eso nos llena de entusiasmo y compromiso.
Oscar Laborde
Dirigente del Frente Transversal y
coordinador del Foro de Sao Paulo