Junto con la vía Perimetral y la avenida Francisco de Orellana, la vía a Daule es una de las arterias de la ciudad de más alta peligrosidad. A partir del kilómetro cuatro y medio con dirección a Daule, la carretera no cuenta con señalética que indique la velocidad a la que tienen que ir los conductores y tampoco existen cruces marcados para peatones, menos hay separación de carriles o iluminación en las noches.
En la vía a Daule existen accidentes todos los días y eso es fácilmente comprobable consultando las estadísticas de la Comisión de Tránsito. Las causas de las tragedias son producidas por las falencias que menciono en las líneas anteriores.
Pero también hay trampas instaladas, seguramente por alguna autoridad local, como unos innecesarios muros que separan la vía rápida del carril local o de servicio. Esos muros son trampas mortales. Son groseramente altos, no están pintados con pintura reflectiva y en la oscuridad no son visibles. Igualmente, los carriles de la Metrovía, muy mal diseñados en los sectores que se unen a los puentes, también se convierten en trampas para los conductores.
Ante la indiferencia de las autoridades municipales y el desconocimiento de los ciudadanos sobre sus derechos, alguna autoridad nacional debe tomar acciones para corregir estos errores que siguen segando vidas. Pronto empezarán a funcionar en esa zona nuevos juzgados y oficinas de la Fiscalía por lo que la intervención de las autoridades es urgente.
Atentamente
Luis A. Espinoza
Guayaquil