Señor Director de El Telégrafo:
Dudo que exista un país donde los pillos gocen de tantas canonjías como en Ecuador; allí son entrevistados, fotografiados, nombrados como potenciales candidatos y hasta premiados como la pícara prefecta.
La razón puede ser que quien modificó el COIP en su beneficio, era otro pícaro que tenía la autoridad para hacerlo y lo hizo. Esto de tapar las caras de los ladrones y mencionar el nombre incompleto endosándoles el mote de “presuntos” que significa supuesto o hipotético, también tiene su razón de ser: encubrirlos y alejarlos lo más posible de la justicia. Hace algunos meses en Ibarra, un delincuente mató a su cónyuge frente a 10 policías que visiblemente acobardados casi lo premian: temían ir primero al calabozo.
Los “correístas de alto vuelo” que se fueron furtivamente son el ejemplo. Para burlar el castigo se declararon perseguidos políticos, nadie los acusó de urdir el derrocamiento del presidente y el canciller justifica el encubrimiento citando compromisos con México, cuna de los malandrines, desde donde se burlan de nuestro país junto con otros que como Patiño y Ochoa llegaron primero a ganar puesto.
Ojalá los “experimentados” jueces que estudiarán los sobornos de Correa y su pandilla, no nos salgan con la cantaleta de que no encuentran pruebas, los declaren inocentes y viajen a dejarlos en compañía del resto de mariachis en la Plaza Garibaldi. (O)
Carlos Mosquera Benalcázar