Quiero rendirle mi humilde tributo a la trascendencia de un hombre extraordinario, a él, como la cresta más alta de esa inmensa ola que fue la sociedad sudafricana luchando por sus derechos, contra la segregación y la represión, que encarceló, torturó y asesinó a miles de sus compatriotas.
Mandela -como Gandhi- ha servido como ejemplo de la constancia, la conciencia social y la organización, dentro de la dinámica que representa el desarrollo de los pueblos y sus necesidades.
Además, florece bellamente la reivindicación de los valores personales que hacen grande a Nelson Mandela: la constancia, la humildad, la determinación, el respeto y el amor al prójimo, aun por quienes eran sus enemigos, sin ceder un ápice en sus convicciones principales: la igualdad y los derechos de su pueblo.
Atentamente
Ney Mancheno Dueñas