Cada fin de año los ecuatorianos nos contaminamos con la quema de monigotes, que se ha convertido en negocio, sin importar la salud del ser humano. Recordemos, estimados ciudadanos, que años atrás, al finalizar un año calendario, se quemaban monigotes de aserrín, caretas de hombre viejo, pero ahora esta costumbre se ha convertido por muchos años en negocio que prolifera con gran auge mientras pasan los años. Esta actividad puede ser divertida para muchas personas, pero analizamos detenidamente lo que ocurre con esta acción, y sobre todo, nosotros, los médicos que nos formamos para velar por la vida humana, nos percatamos de que esta costumbre es sumamente peligrosa para el ser humano, pues se generan muchas situaciones negativas, como por ejemplo: el humo de la combustión de las camaretas, palos, cartones, periódicos, etc., especialmente la combustión de las camaretas, con alto contenido de pólvora que indudablemente afecta al cerebro, vías respiratorias, etc.; inclusive muchos ciudadanos han sufrido accidentes al explotarles en las manos las famosas camaretas por la imprudencia, y más aún personas que utilizan irresponsablemente gasolina.
Recordemos, queridos lectores, que un fin de año muchos ciudadanos desean visitar a su querida familia y para obtener su objetivo sortean esas tremendas llamaradas, y el peligro aumenta cuando se incrustan en las llantas los clavos que han sido utilizados en la fabricación de los monigotes.
Deseo decirles a las autoridades nacionales y locales que es tiempo de que se regule estrictamente esta costumbre para salvaguardar la salud del pueblo ecuatoriano.
Como sugerencia, deberíamos involucrarnos todos los que hacemos salud, medios de comunicación, educación, etc., para concienciar a la ciudadanía brindando charlas educativas en centros y subcentros de salud, para dar a conocer el gran daño que se provoca al medio ambiente y a la vida del ser humano. Hasta pronto queridos hermanos, que Dios nos ayude y nos haga reflexionar a todos.
Atentamente
Dr. Carlos Ulfe Machuca