Es alentador conocer que actualmente en nuestro país se está llevando a cabo un combate y con la cara en alto decimos que la igualdad está ganando. Elogio a las mujeres que dejan a un lado el miedo y el temor para denunciar los abusos domésticos que reciben por parte de sus esposos y en ocasiones de otros familiares.

En nuestra sociedad se ha vuelto común ver a hombres golpeando a sus esposas por no cumplir con las tareas del hogar como planchar, lavar, cocinar, entre otras. Estas labores, desde el pasado, son las que aún se ‘cree’ que deben cumplir única y exclusivamente las mujeres desde que se casan, pero ahora ellas mismas se han quitado la venda que las mantenía calladas y hablan por una igualdad de género sin maltrato.

La lucha de las mujeres día a día por hacer reconocer sus derechos se ha vuelto muy dura, en especial porque tiene que llegar a las mentes tan cerradas de algunos hombres que desde el pasado han sido educados con una mentalidad en la que la mujer es inferior a ellos por naturaleza y ellos son los que ‘mandan’ en la casa. Nuestra antigua sociedad volvió más machista a un hombre primero haciéndole pensar que con golpes y gritos conseguirá el respeto de su mujer y que los ataques de ira son mejores que tener una buena comunicación. Estas creencias son la llama de la sociedad que ahora las mujeres unidas tratan de extinguir y lograr que su voz a favor de le equidad sea escuchada en varios países.

Ecuador, nuestro querido país, está dando grandes cambios para conseguir el objetivo común que es la igualdad, una de esas acciones es la aceptación de la mujer para cumplir diversos cargos importantes. La creación de fiscalías especializadas en casos de maltrato doméstico, que las 24 horas del día receptan denuncias de mujeres que han sido agredidas frecuentemente en sus hogares y buscan con afán soluciones de una manera pacífica, es digno de encomio.

En las instituciones educativas estas acciones no paran, ya que en estas se imparten charlas sobre la forma en como todos debemos tratar a los demás y ser tratados para fomentar un buen vivir. Pero la labor más importante y difícil es impartir este conocimiento a los pueblos indígenas, montubios y afros, en los que el índice de abusos es más elevado, aunque esto cuesta mucho trabajo, se lo está haciendo; y así combatimos otro mal, que es la ignorancia.

La invitación es para todos y todas a olvidar las antiguas doctrinas que nos hacen inferiores entre nosotros y, unidos, conseguir la tan anhelada igualdad, no solo de género sino en todo aspecto. Ahora a nadie se le puede privar de sus derechos y tanto mujeres como hombres debemos ser respetados. Solo queda esperar, pero sabemos que ya no falta mucho para tener un Ecuador equitativo y justo, con el que todos soñamos.

Andrea Guallasamín

Colegio Sebastián de Benalcázar
Estudiante del 10° de Educación General Básica