Samuel es un sobreviviente. Su vida está en riesgo constante debido a la fragilidad de su sistema inmunológico. El hospital es su segundo hogar y nuestra casa parece un hospital. Yo soy su abuela, o mejor dicho, su enfermera personal. Equipos-gasas-libros decoran su cuarto-cuerpo-mente. Él supera las enfermedades con la paciencia de un adulto mayor y con la fuerza de un guerrero. A sus 12 años, él requiere de cuidado y atención.
Tiene síndrome de intestino corto, colostomía, perforación abdominal (que lo mantiene expuesto al ambiente), sufre de deshidratación, de inmunodepresión y se descompensa. Tiene 8 operaciones, 76% de discapacidad, y un implante intravenoso (se hidrata por una máquina), pero jamás se ha quejado.
A los 5 meses de nacido fue abandonado por su madre biológica. Ella le dio de lactar leche con droga; sus intestinos se necrosaron y su abdomen se abrió; mi hija, que era cirujana, lo atendió y adoptó. La desgracia lo golpeó a los 5 años, cuando unos delincuentes robaron en el consultorio de mi hija, quien, al defenderse, recibió un corte mortal en el cuello. Recientemente, Samuel ingresó al Hospital Los Ceibos del Seguro Social, con anemia severa y neumonía; le detectaron una infección a la sangre por cándida.
No gastamos en medicinas ni en dispositivos. En el hospital le colocaron el primer implantofix o catéter pediátrico. Si no le hubieran operado, hubiese muerto. Agradezco a pediatras, infectólogos, cirujanos, anestesiólogos, endocrinólogos, gastroenterólogos y nutricionistas del hospital por salvarle la vida.
Gracias a ustedes, él puede continuar con su sueño de crear la fundación “Ilona Ortega”, en honor a su madre, para ayudar a niños ostomizados (orificio artificial por donde salen los desechos). Dios los bendiga, queridos doctores. (O)
Lcda. Marlene Mercado Frías