Actualmente vivimos en un mundo de aproximadamente siete millardos de personas y que, según estimaciones del Banco Mundial, más precisamente podría hablarse de 7.125.096.708.000 personas; ineludiblemente, es una cifra que seguirá en aumento de manera cronológica. Cabe preguntarse, ¿cómo tantas personas que habitamos un mundo tan inmenso y hermoso, al cual llamamos hogar, nos convertimos en los peores enemigos?, y lo que es más lamentable, que somos enemigos entre nosotros mismos.
¿Cómo podemos hacernos llamar ‘civilizados’, cuando no toleramos la forma en que se identifican otras personas; cuando salimos a las calles y arremetemos contra gente inocente, motivados por élites que comandan guerras supuestamente para un orden social; si nos quedamos de brazos cruzados e inertes frente a una noticia, cuando vemos invasiones que llegan con un discurso de solidaridad en territorios hermanos; cuando perdemos la razón y sentimos sed de sangre evocando a un dios; cuando conocemos el poder y nos cegamos con él; cuando dedicamos páginas enteras de periódicos a acontecimientos que, si bien son importantes, no representan el verdadero problema mundial; cuando vemos un indigente y es como ver una piedra o un poste…? ¿Cómo?
La realidad en la que vive el ser humano es una realidad cruel y que por desgracia son pocas las personas que están conscientes de ello y que con base en aquella hacen conciencia. Somos animales que tenemos ojos, pero que están de adorno; que tenemos piernas, pero caminamos en el aire; que tenemos brazos, pero abrazamos más a un artefacto electrónico, en vez de a la madre; que tenemos boca, pero más nos sirve para llenarla de chismes; que tenemos ‘inteligencia’, pero con ella siempre buscamos la satisfacción personal. Satisfacción personal que es buena, siempre y cuando se la consiga habiendo obrado bien, con y para la sociedad.
Mucho se habla y se enseña en los claustros educativos, casi de manera robótica, que el hombre llegó a su estado actual después de un largo proceso evolutivo; pasando de ser un Australopithecus a luego un Homo erectus, Homo habilis… y el resto ya lo sabemos, pero lo que no se enseña es que, por más desarrollados y evolucionados que seamos físicamente, solo alcanzaremos la verdadera evolución cuando psíquica y psicológicamente logremos una voluntad inmarcesible de ser menos malos cada día, porque nuestra naturaleza es mala, muy mala.
Es hora de tomar conciencia de la realidad mundial y nacional, de ver a nuestro alrededor, de apreciar lo que tenemos ahora, porque la vida es una y, como dijo alguna vez el expresidente uruguayo José ‘Pepe’ Mujica: “La vida se te escapa, se te va minuto a minuto y no puedes ir al supermercado y comprar vida. Lucha por vivirla. Por darle contenido a la vida”.
Podemos ser los protagonistas de un nuevo comienzo. (O)
Néstor Toro Hinostroza
18 años, estudiante de Derecho de UCSG, Guayaquil